7 de marzo de 2017

MARCHÁNDOME DEL PSIQUIÁTRICO;RETO#22 EL LIBRO DEL ESCRITOR.

RETO#22 MARCHANDOME DEL PSIQUIATRICO.


MARCHÁNDOME DEL PSIQUIÁTRICO



PREMISA: Escribe una historia de terror cuyo contexto se enmarque en un manicomio.

MARCHÁNDOME DEL PSIQUIÁTRICO

Ahora sé que estoy en mi planeta, pero no en mi tempo, sino muchísimo antes que siquiera existiese la humanidad ni que decir de nuestra especie, papá se equivocó al datar este lugar, también sé que esto es un psiquiátrico, pero no estoy loca, me lo ha dicho la mujer que le habla a mi mente, su nombre es Silvia en tinieblas.

Me quedo mirando fijamente a la ventanita a un par de metro de nosotros, no me quiero perder el amanecer, este lugar tiene algo parecido a una aurora boreal multicolor, que se nota más justo ahora.

Los primero haces multicolor se arrastran por la abertura, como si tuvieran peso, quedan suspendidos por encima de mi como dianas, es un hermoso espectáculo.

Segundos después se retrae y desaparece, dando paso a la luz normal.

—que sucede tartita—.pregunta Silvia sobándose los ojos, mejor dicho las ojeras, últimamente la chica de la lado no ha dejado de mandarnos mensajes, a pesar de que ya sabemos de memoria el plan que ejecutaremos hoy.

Pero a pesar de eso ella se ve hermosa, junta los labios en una sonrisa perfecta, sus dos coletas bajan por sus delgados hombros.

Tomo su manos entre las mías.

Me acerco, hacia ella, se sonroja, nuestros labios se encuentran, sujeta mi hocico al hacerlo, la escucho suspirar.

Mi madre me decía hay hija cundo traes a tu novio, que ya te estás haciendo mayor, me pregunto qué pensaría ahora, mejor no, sonrió.

Al principio comenzó como un minuto de supervivencia, pero con los meses le empecé a conocer mejor y a olvidar lo que avía antes de que entrara mi vida, aun así de ves un eco distante me recuerda que debo salir de aquí.

Aunque ya no se bien para que, a menudo mis instintos no se equivocan, así que en parte por eso acepte trabajar con Silvia en tinieblas, bueno aceptamos.

—necesito que se mantengan concentradas—.dice una vos algo tenebrosa, nos miramos a los morados ojos sin separarnos. —Ya tendrán tiempo para liarse, sigan el plan—.reclama.
No mantenemos juntas por unos segundos, hasta que asentimos con la mirada y nos separamos, quedando tomadas de la mano, ella sonríe.

—que si pesada, que también queremos salir de este puto manicomio—.dice hablándole al aire y poniendo los ojos en blanco.

Le Sonrió y me agacho, tanteando debajo de nuestra cama, toco el aire solamente.

Salto y me deslizo por debajo, hasta que doy con el pequeño frasco, con las píldoras que hemos estado juntando.

Cuando salgo a la luz y veo la cantidad, por un segundo dudo de nuestro plan, es cierto que Sara es una bastarda, la pisca de clemencia se borra cuando recuerdo todo el abuso.

Le enseño el frasco a Silvia, ella sonríe.

En unos minutos Sara entrara por esa puerta con dos vasos que contienen leche, lo que ella no sabe es que nunca más saldrá de aquí.

La puerta cruje y veo la lata figura sostener una bandeja con uno de sus dos pares de brazos.
Le alcanza uno a Silvia, que se gacha bajo el peso de la mano que le acaricia con algo de rudeza, le manda un mirada asesina, ella no lo nota.

Deja la bandeja en el suelo, junto con el vaso lleno de líquido.

—entonces que conejita, tomara tu desayuno o seguirás muriendo de hambre—.me mira con rigidez, le mantengo la mirada.

—sabes que soy intolerante a la lactosa, Sara—.ella hace una mueca de asco y cierra sus cuatro ojos, odia que la nombre, para ella solo soy un juguete.

—Los juguetes nunca se dirigen de igual a sus amos—.sonríe altaneramente. —veo que tenemos un luchadora aquí—.mantiene los ojos en mí y levanta todos sus brazos.

Silvia aprovecha y vierte el contenido en el vaso, que se llena por el peso extra hasta casi rebalsar, de inmediato las pastillas se disuelven, cambiando ligeramente el blancor original.
No logro contenerme y sonrió, eso la irita.

Antes que pueda esquivarlo siento su palma extendida contra mi pecho, salgo despedida hacia el techo, me protejo la cara con los brazos, igual siento el golpe.

Me obligo a no llorar, no quiero darle el gusto.

Toso, para respirar mejor.

—Si no quieres tu leche, entonces me la tomare yo—.dice burlona como si le hablara a una pequeña.

—Sabes que no puedes hacerlo—.le reprendo, ella ríe secamente.

Toma el vaso si apartar la mirada de mí, tal como lo planee.

El líquido desaparece en segundos, arroja el vaso que se hace trisas, cerca am y se limpia la boca con una de sus manos.

— ¿Estuvo buena?—.ella asiente.

Silvia se pone a mi lado y nos tomaos de la mano.

—Cariño mereces algo mejor que eso—.dice señalándome, ella le lanza una mirada asesina, duda unos segundos, levanta la mano.

Se escucha u golpe seco, que retumba la habitación, el de su cuerpo cayendo.

Comienza a convulsionar con fuerza, gimiendo y llorando.

Silvia no puedo evitar reír a carcajadas, y me quedo en silencio, contemplando a Sara.
Me aproximo a ella, inútilmente intenta agarrarme, pero ya perdió el control sobre sus temblorosos brazos.

—Mírame Sara—.ella tose. —TE HE DICHO QUE ME MIRES—.le grito, lo hace.

—quiero que sepa algo ante de que  mueras—.hago una pausa viendo como sus verdes ojos empiezan a apagarse.

—Que nunca me sometiste—digo saboreando el momentos, se forma una mueca de odio en su cara, quedara para la eternidad, cuando un hilo de sangre baja desde sus ojos.

Sara ha muerto.

Sonrió, pronto Silvia se abalanza sobre mí, nos besamos.

—De nuevo chicas contrólense, después podrán liarse—.repite una enojada vecina, nos miramos y asentimos.

Ella comienza a buscar en el inerte cuerpo que yace frente a mí, hasta que da con las llaves, la levanta en alto, asiento y salimos de la habitación.

Dejo que ella busque la llave de la celda continua, mientras le echo un último vistazo a lo que por meses fue mi hogar, cierro la puerta reteniendo la imagen de Sara muerta y desparramada en el suelo.

Silvia me golpea el hombro, y hace una mueca con la cabeza, la puerta está abierta.

Cuando entramos no vemos a una mujer, solo una enorme máquina que despide luces multicolor en la oscura habitación, parece contener algo en su interior.

No nos detenemos a pensar, sabemos que dentro esta Silvia en tinieblas.

Al unísono levantamos los bloqueos y un sonido metálico se suma al aire que escapa a presión, un espeso liquido verde se desborda iluminado por el brillo interno de la máquina, entre este está la desnuda artífice de nuestro escape.

La abofeteo un par de veces. —estoy consiente coneja idiota, solo dame unos segundo para retomar el control de mi cuerpo—.escucho resonar en mi mente.

Entonces abre los morados ojos de golpe y se levanta, es más que eso comienza a levitar.

—gracias muchachas no lo habría logrado sin ustedes—.dice con su fantasmal vos, creo que prefería cuando hablaba en nuestras mentes, asentimos.

Se lo que sigue, llegar a la sala del portal, desde hay cada una se dirigirá a su realidad y tiempo.

Las alarmas suenan e inunda el local.

Salimos al pasadizo para encontrarnos con un mar de guardias fuertemente armados, de la especie de Sara, sus cascos no evitan verles las caras.

Silvia en tinieblas no se inmuta.

—Si no les gusta la sangre tápense los ojos—.ordena, lo hago.

Igual escucho los desgarradores gritos de auxilio y suplicas, que pronto cesan la ser remplazados por huesos rotos y fluido emanando.

Silvia me codea.

Finalmente decido abrirlos, lo primero que veo en su macabra sonrisa empapada en sangre, hace meses que no la veía así espero se controle porque ya no tenemos medicamentos.

O síguete que veo es horrible, los cuerpo antinaturalmente retorcidos, en un charco de sangre y tripas que no hace más que crecer, hay extremidades cercenadas por todo el pasadizo.

Silvia en tinieblas comienza a levitar atravesando el macabro cuadro, sin mancharse, nosotras no corremos la misma suerte, a Silvia no le importa.

Corremos dejando marcas rojas en el blanco piso, siento la sangre secarse en mis patas por la velocidad a la que voy, las alarmas no dejan de sonar pronto llegaran refuerzos.

A nuestro paso dejamos destrucción y muerte, me pregunto si esta es la mejor manera, aparto el pensamiento cuando estamos llegando a la sala.

Silvia en tinieblas se detiene en seco, haciéndonos caer de culo.

—ciento un gran poder—.dice entrecortada, sus ojos se pierden en blanco y comienza a levitar hacia la puerta que dice en letras enormes:

“S 1 ABANDONAD TODA ESPERANZA LOS QUE ENTREN AQUÍ”.

Intentamos frenarle, pero no aprisiona contra el suelo con una fuerza invisible.

Con la cara de lado contra el suelo, la veo maniobrar y hacer crujir el bloque sólido, que de no ser por una gran manivela, pasaría por un segmento de la pared.

El sonido hidráulico de la pesada puerta al abrirse, hace eco y una alarma se dispara la luce se vuelven pálidas, luego que el sistema eléctrico cayese.

Algo comienza a rectar reflectándose por la luz que ha comenzado a oscilar, lo reconozco son los mismo rayos melosos que veo cada mañana al amanecer.

Solo que estos parecen tentáculos y se mueven con cierta conciencia.

Toman a Silvia en tinieblas, ella gime mientras es tragada por el líquido espeso, incapaz de cerrar los ojos veo el horrible espectáculo, que es su cuerpo drenándose a través de los filamentos que le atraviesan.

Un fluido parecido a miel viaja por el conducto multicolor.

Cuando los apéndices se van, un esqueleto cae al suelo y se pulveriza en el aire.

Trato de aguantar la respiración, pero termino dando una gran bocanada, toso.

Tan pronto como los tentáculos desaparee y se retraen hacia el interior de la habitación abierta, una enorme placa de metal deformada por la fuerza se incrusta en la pared a metros de nosotros.

Chorreando el metal derretido, hasta quedarse quieto a centímetros del suelo.

Una risa macabra, profunda y gutural inunda la sala.

Pronto parece una silueta que termina de absorber los espesos haces de luz, que llevan el fluido hasta fundirse con su chamuscada piel.

Cuando solo queda la esbelta figura de una mujer, camina hacia nosotras, dejando un rastro de cenizas, sus ojos encendido nos observa en ellos hay una pisca de morado.

—mis pequeñas y asustadas pequeñas, versiones mías de diferentes realidades, no teman—.dice saboreando el aire a su alrededor como si hubiera estado alejado de el por mucho.

—Sin son dignas de mi misericordia, les perdonare la vida—.sonríe mostrando sus perfectos dientes, que se contraponen a su desalineado aspecto. —entonces quien comienza—.dice expectante.

—Yo iré primero, señorita—.dice Silvia sin contener su alocada sonrisa, me mira y veo sus labios moverse y formar una frase.

“la distraeré corre hacia el portal, tienes por quien luchar”.

Niego con la cabeza, pero finalmente algo dentro de mí me dice que es cierto y asiento.
Ella se levanta de golpe y se dirige riéndose hacia la espectral figura, que alarga su chamuscada mano y le toma por la barbilla, suelta una risa nerviosa.

—entonces que soy digna—.pregunta ansiosa, mientras mueve su mano señalándome la sala del portal, espero hasta que sus ojos caigan en los de Silvia.

Doy un brinco y empiezo acorre.

—su amiga es psíquica lo sabias o no, conejita. —Alarga la última palabra, saboreándola—.ahora tengo sus poderes.

Una fuerza me levanta y me hala hasta quedar al lado de Silvia, que me mira nerviosa y tratando de no llorar, hago lo mismo.

—no eres digna mi pequeña—.la somete en el suelo con un movimiento, trato de grita pero no puedo, me cuesta respirar.

—No te exaltes, ella está viva, hasta que yo quiera, vamos que tal te va—.sus ojos empiezan a moverse, trato de evadir su mirada, pero finalmente nos encontramos y siento un calor atravesándome la columna.

Pronto su rostro se desvanece y comienzo a recordar.

Ya no estoy ahogándome a voluntad de una psicópata.

Estoy en casa con paco y los bebes duermen en su cunas puesto en fila a nuestro lado.

Paco me sacude por el hombro. —cariño, conejita, ¿estás bien?—.Pregunta dulcemente.

—Es que te quedaste mirando al vacío—.sigue sin esperar mi respuesta igual, no habría hablado.

—Creo que tuve un mal sueño—.me llevo la manos a mis largas orejas y las sobo, luego hago lo mismo con mi cara, para despertarme.

«Esto no es real, Silvia»

Trato de no llorar y tomo aire. —de qué color son mis ojos—.pregunto entrecortada finalmente.
El me mira algo sorprendido, con sus hermosos y oscuros ojos.

— ¿De qué color son mis ojos?—.levanto el tono marcando las palabras, su expresión cambia por un segundo, pero vuelve a sonreír.

—son de color malva amor, un hermoso y bonito tono—.desvió mi irada y la llevo a la alfombra en la que estamos, paso la pata sobre ella es de algodón, el problema es que en casa no teníamos una.

«Además el nunca diría eso». —EL NUNCA DIRIA ESO. —grito al viento.

La escena se congela, segundo después, una risa seca, acompañada de unos aplausos burlones y lentos.

—Bravo querida tu si eres digna, no como la perra de tu novia—hace una pausa y ríe sensualmente—digamos que se la paso bien, antes de morir.

—dime como saliste de mi ilusión, como te diste cuenta de que no era real—.aparece en un mar de niebla y cenizas, no retrocedo, me obligo a no hacerlo. —como ignoraste a esa vocecita en tu cabeza que te decía deja de sufrir, se una cobarde, entrégate a esta falsa felicidad.

—conozco bien la sensación, las eh escuchado toda mi vida, susurrándome al oído y nunca me han controlado, perra—.escupo cada palabra con cinismo y superioridad, ella sonríe, me toma por la barbilla y regresamos.

Siento el aire escapar de mis pulmones, me estoy asfixiando, caigo al suelo y reboto con fuerza.

A mi lado yace Silvia, sus hermosos ojos se terminan de apagar, cuando un hilo de sangre brota de estos, esta sonriendo. «Al menos no sufrió».

Con un movimiento de mano me lanza contra la pared.

Al alejarme veo el mensaje escrito con su sangre, esta comienza a expulsar humo y al desaparecer queda grabado en la roca.

Se acerca lamiéndose los labios, mientras tentáculos de luz comienzan a emanar de su cuerpo, rectando hacia mí.

Cierro los ojos, me obligó a abrirlos, «nunca demuestres tu debilidad».

Ella se sorprende, pero solo sirve para acelerar los apéndices.

Siento el suelo volverse liquido bajo mis patas, miro hacia abajo y veo algo que me succiona peor es de un color diferente a sus tentáculos.

La veo haciendo una mueca de enojo y hace un berrinche, sonrió, luego desaparezco por el portal.

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