RETO#45 APOCAMIENTO SILVIA. |
APOCAMIENTO SILVIA
RETO#45 EL LIBRO DEL ESCRITOR.
PREMISA: Crea un relato que contenga una escena en la ducha.
APOCAMIENTO SILVIA
Contemplaba el techo de mi cabina contrayéndose y
expandiéndose a escala milimétrica por lo minúsculos cambios de gravedad, un
beneficio de las nuevas habilidades es que tengo tiempo para pensar, bueno
relativamente, la cantidad es la misma, solo que me muevo a mayor velocidad,
igual que la nave cursando el híper espacio dirigiéndonos hacia nuestro
encuentro con el destructor de mundos MR.COCH.
Siento las vibraciones del metal, siendo golpeado, por
alguien del otro lado, en un par de movimientos, estoy frente a la puerta,
frenando apenas para no golpearme contra esta, aunque daría igual, mi
resistencia también aumento.
—MR.PACO tiene un segundo—.suelta MS.BELCEBU del otro lado,
sonrió, no lo tengo solo me quedan un par de días, pero ella es como un hija
para mí, así que si alguien se lo merece es ella.
También es extraño que a pesar de tener el poder para
devastar varios sistemas solares, aun se dirija a mi como su superior dentro de
un régimen al que ya no estamos sometidos, además de que ya supero mi poder por
mucho.
—vale, MS.BELCEBU, solo dime paco—.digo y casi le veo
asentir del otro lado, la puerta comienza a subir, impulsada por los pistones.
Cuando logre mirarle de frente, me sonríe, ahora es un poco más
alta que yo, supongo que todo este tiempo le ha sentado bien.
—que sucede—.digo para continuar la conversación, ella se
golpea el mentón.
—oh, bueno, es Silvia me ha mandado a llamarte—.arqueo un ceja
y le hecho un mirada tranquila.
—no puede venir su realeza en persona—.suelto irónico,
aunque luego me arrepiento de eso, después de todo aun le amo, como nunca ame a
alguien y como nunca volveré a amar, pero la duda regresa a menudo ella siente
eso por mí, es peor que no, ya no me queda nada, ahora mismo surco hacia una
muerte segura contra el tirano.
—oh, vamos no seas gruñón—.dice escueta, de inmediata hace
una reverencia en disculpa, pero yo solo me rio, al final levanta la cara y
también lo hace.
Pone la mano sobre mi hombro, yo asiento y desaparecemos.
Segundo después estamos al otro lado de la nave, ella ha
perfeccionado su técnica, en parte por ser la causante de que casi el treinta
por ciento del vehículo este en reparaciones ahora, producto de su peleíta con MS.
CORRYN.
Por lo que tiene que transportar a la tripulación de un lado
al otro, saltándose el vacío del espacio, en el proceso, hasta que arreglen los
pasadizos de comunicación.
Por suerte logramos junto a MS.DDAEAR contenerles a tiempo o
ahora no tendríamos donde viajar, así que resolvimos que lo más saludable es
que cada un estuviese en parte separadas, porque ahora la chica mitad reptilis,
debería estar cerca del comedor.
MS.BELCEBU dijo que podíamos solicitarle a la entidad
R33 que reparase la nave, después de
todo no es nada para un ser de su poder, pero se negó, explicando que si lo hacía
MR.COCH sentiría la concentración elevada de mana y se olería que algo no está
bien.
Otra de las virtudes de ser un portador de un arma del
infinito en un inicio cuando apenas las realidades existían fueron forjadas
seis de la energía de la creación, un esta fusionada con MS.BELCEBU otra con
migo y finalmente MR.COCH es poseedor de otra, el resto están perdidas, según
la leyenda a espera de un portador digno.
Su definición de digno es extraño teniendo en cuenta de que
acepto aun mercenario, un tirano y a una chica inexperta, al menos así era,
supongo que quien se acerca más a la definición seria MS.BELCEBU, después de todo
para respetar el orden de las cosas teniendo ese poder hay que tener una gran
voluntad.
La sala esta vacía o eso parece, a lo lejos su silueta se
mena con lentitud, como si estuviese nerviosa.
Silvia me sonríe, se ha dejado el cabello en una coleta que
le baja por la línea de la cintura, el verdor conjuga con su vestido celeste
claro que le llega a las rodillas.
Me mira con sus grandes ojos morados, yo ladeo la cabeza
algo confundida.
Camina hacia mí con los pies descalzos de puntillas, talvez
por le frio del metal contra su piel o talvez por algo más.
No sé si recordara todo lo que pasamos, tengo sentimientos encontrados,
cuando su cuerpo y el mío se golpean, pero al final mis brazos bajan sujetando
sus caderas, ella respira con fuerza.
—Bueno yo me piro, si quieren que lo lleve a algún lugar…—.se
va antes de terminar las frases, supongo que le incomoda que nuestros labios se
besen, siento su piel con la lengua y ella hace lo mismo como si no hubiesen pasado
mas de cien años.
Como si yo fuese el mismo hombre con el que alguna vez se casó,
pero lo cierto es que el tiempo no cambia para bien o para mal a todos.
Pero para ella solo a pasado un par de meses, no tiñe idea
del infierno que soporte para hallarle, viaje a través de las cincuenta y dos realidades,
no puedo creer que ahora nuestro cuerpo se encuentre, pero siento su calor imponiéndose
al mío.
Valió la pena el dolor.
Siento como una lagrima baja por mi mejilla y sigue su
camino por mi piel que ahora ya no tiene arrugas, me veo bastante más joven,
aunque ya soy bastante antiguo, ella sonríe, pone sus manos sobre mis hombros,
yo también lo hago, proyectando su figura a medida que subo por ella.
Comenzamos a retroceder, por el vacío y gris corredor,
escucho agua correr, debemos estar en un patio interior, pero no me importa,
solo tengo ojos para ella.
Me dejo perder en su mirada, mientras vamos cayendo hacia el
suelo.
Siento mi espalda golpear contra el frio metal, pero me da
igual.
Sus manos se desatan, igual que la mía.
Ha pasado tanto ella y yo hemos cambiado, pero en este
preciso instante, la idea que pronto moriré y de que no debo amarle se apaga y
me dejo llevar por la felicidad.
Con la manos entrelazadas y sudados corremos por el corredor,
pasando las puertas y las miradas curiosas, Silvia se sujeta el vestido contra
los senos para ocultar su desnudes, a mí me parece preciosa, entre risas le
sigo el paso y proyecto mi brazo por detrás de su cuello, abrasándole, hasta
que llegamos a su habitación.
—Deberías darte una ducha—.me suelta recogiéndose el cabello
hacia atrás y recostándose sobre la cama, dejando el vestido aun lado.
Me apoyo sobre la pared, para contemplarle y ella ríe, una pequeña
sonrisa se forma en mi rostro.
Mis ojos comienza a recorrer sus largas piernas, pero sus brazos
moviéndose, señalando la ducha me distraen.
—vale, Silvia, me daré un ducha, a ti también te vendría
bien—.suelto burlón, ella me lanza un mirad de superioridad apoyando su mano
sobre su mentón, dándole un porte real, pero se desmorona cuando se echa a reír.
Cierro el compartimiento de la ducha y abro la regadera
dejando que el agua fría, cale en mi piel, respiro con fuerza, mientras el agua
se lleva su aroma.
Presiono un botón esculpido en el metal y el líquido se
vuelve jabonoso, mientras veo las gotitas proyectarse hacia abajo por la
gravedad artificial, aún recuerdo cuando me tocaba bañarme con las barras de jabón,
no me quejo de ella, pero esto es cien veces mejor.
Comienzo a refregar mi cabeza que acabo de afeitar hace poco,
no me acostumbro a tener cabello de nuevo, bajo por el cuellos, sintiendo las
fibras y nervios tensándose por el rose.
De un segundo par de manos.
Sus delgados dedos se entresacan alrededor de mi cintura,
siento su cuerpo acoplándose al mío, a través de mi espalda, su cabello, baja
por mis hombros, cuando apoya su cabeza.
En parte por que la ducha es demasiada pequeña para los dos
una vez que vuelve a cerrar y en parte porque desea hacerlo y yo no me niego,
recordando la veces que disfrutamos hace ya tiempo, obviamente teníamos más
espacio para maniobrar.
Pero eso es lo de menos.
Me giro sobre mí y le abraso, presionando sus pechos contra
mi cuerpo, mis manos se afirma en los espacio de su cintura.
Siento su respiración aumentar, como el agua que cae ahora
con mayor fuerza, sus uñas se clavan en mi piel, los vidrios empiezan a
empañarse.
Duermo tranquilo, como no lo había hecho en tanto,
sintiéndome seguro y poderoso a su lado, ella es mi roca, la mujer que amo.
Sus dedos se deslizan por mis pechos, haciéndome cosquillas
por la que finalmente me despierto
Me mira con sus grandes ojos morados, pensé que nuca volvería
a verlos, que nunca volvería estar cerca de ella, que le había perdido.
Pero está aquí, a mi lado, extiendo mi brazo por debajo de
la sabana, buscando su mano, al segundo intento y risas aparte le hallo y
sujeto
«Honrare nuestro juramento»—.le sonrió y ella me devuelve el
gesto.
Ella termina de abotonarse la blusa que alisa, para luego acomodarse
el jean del mismo color de sus ojos, salimos tomados de la mano, sin importarme
que este solo en pantaloncillos.
Al otro lado MS.BELCEBU deja caer la tasa al vernos, sin
poder borrar su rostro de sorpresa, nos reímos.
—Puedes llevarnos al comedor—.digo tranquilo, le toma un par
de segundos asentir, extiende su brazos, para tocarnos, desaparecemos.
Caminamos pasando de la multitud de cadetes, cancilleres y embajadores,
hacia una mesa libre.
—Si quieres puedes quedarte a comer con nosotros—.le digo a
mi aprendiz, que nos ha seguido el paso, ella niega con la cabeza con rapidez.
—Yo…tengo otras cosas que hacer, vale les dejo—.segundos después
desaparece.
Minutos después legan nuestras órdenes, un especial para mí
que hoy es puré de remolacha y jugo de patata, aunque no luzcan bien, sabe
espectacular.
Silvia por otro lado se atraganta con una gigantesca porción
de helado, me sonríe bobamente con los labios manchados de chocolate, es extraño,
ella casi nuca como dulces, me encojo de hombros, «es bueno darse un antojo de
ves en cuando», y le devuelvo el gesto.
APOCAMIENTO SILVIA
Contemplaba el techo de mi cabina contrayéndose y
expandiéndose a escala milimétrica por lo minúsculos cambios de gravedad, un
beneficio de las nuevas habilidades es que tengo tiempo para pensar, bueno
relativamente, la cantidad es la misma, solo que me muevo a mayor velocidad,
igual que la nave cursando el híper espacio dirigiéndonos hacia nuestro
encuentro con el destructor de mundos MR.COCH.
Siento las vibraciones del metal, siendo golpeado, por
alguien del otro lado, en un par de movimientos, estoy frente a la puerta,
frenando apenas para no golpearme contra esta, aunque daría igual, mi
resistencia también aumento.
—MR.PACO tiene un segundo—.suelta MS.BELCEBU del otro lado,
sonrió, no lo tengo solo me quedan un par de días, pero ella es como un hija
para mí, así que si alguien se lo merece es ella.
También es extraño que a pesar de tener el poder para
devastar varios sistemas solares, aun se dirija a mi como su superior dentro de
un régimen al que ya no estamos sometidos, además de que ya supero mi poder por
mucho.
—vale, MS.BELCEBU, solo dime paco—.digo y casi le veo
asentir del otro lado, la puerta comienza a subir, impulsada por los pistones.
Cuando logre mirarle de frente, me sonríe, ahora es un poco más
alta que yo, supongo que todo este tiempo le ha sentado bien.
—que sucede—.digo para continuar la conversación, ella se
golpea el mentón.
—oh, bueno, es Silvia me ha mandado a llamarte—.arqueo un ceja
y le hecho un mirada tranquila.
—no puede venir su realeza en persona—.suelto irónico,
aunque luego me arrepiento de eso, después de todo aun le amo, como nunca ame a
alguien y como nunca volveré a amar, pero la duda regresa a menudo ella siente
eso por mí, es peor que no, ya no me queda nada, ahora mismo surco hacia una
muerte segura contra el tirano.
—oh, vamos no seas gruñón—.dice escueta, de inmediata hace
una reverencia en disculpa, pero yo solo me rio, al final levanta la cara y
también lo hace.
Pone la mano sobre mi hombro, yo asiento y desaparecemos.
Segundo después estamos al otro lado de la nave, ella ha
perfeccionado su técnica, en parte por ser la causante de que casi el treinta
por ciento del vehículo este en reparaciones ahora, producto de su peleíta con MS.
CORRYN.
Por lo que tiene que transportar a la tripulación de un lado
al otro, saltándose el vacío del espacio, en el proceso, hasta que arreglen los
pasadizos de comunicación.
Por suerte logramos junto a MS.DDAEAR contenerles a tiempo o
ahora no tendríamos donde viajar, así que resolvimos que lo más saludable es
que cada un estuviese en parte separadas, porque ahora la chica mitad reptilis,
debería estar cerca del comedor.
MS.BELCEBU dijo que podíamos solicitarle a la entidad
R33 que reparase la nave, después de
todo no es nada para un ser de su poder, pero se negó, explicando que si lo hacía
MR.COCH sentiría la concentración elevada de mana y se olería que algo no está
bien.
Otra de las virtudes de ser un portador de un arma del
infinito en un inicio cuando apenas las realidades existían fueron forjadas
seis de la energía de la creación, un esta fusionada con MS.BELCEBU otra con
migo y finalmente MR.COCH es poseedor de otra, el resto están perdidas, según
la leyenda a espera de un portador digno.
Su definición de digno es extraño teniendo en cuenta de que
acepto aun mercenario, un tirano y a una chica inexperta, al menos así era,
supongo que quien se acerca más a la definición seria MS.BELCEBU, después de todo
para respetar el orden de las cosas teniendo ese poder hay que tener una gran
voluntad.
La sala esta vacía o eso parece, a lo lejos su silueta se
mena con lentitud, como si estuviese nerviosa.
Silvia me sonríe, se ha dejado el cabello en una coleta que
le baja por la línea de la cintura, el verdor conjuga con su vestido celeste
claro que le llega a las rodillas.
Me mira con sus grandes ojos morados, yo ladeo la cabeza
algo confundida.
Camina hacia mí con los pies descalzos de puntillas, talvez
por le frio del metal contra su piel o talvez por algo más.
No sé si recordara todo lo que pasamos, tengo sentimientos encontrados,
cuando su cuerpo y el mío se golpean, pero al final mis brazos bajan sujetando
sus caderas, ella respira con fuerza.
—Bueno yo me piro, si quieren que lo lleve a algún lugar…—.se
va antes de terminar las frases, supongo que le incomoda que nuestros labios se
besen, siento su piel con la lengua y ella hace lo mismo como si no hubiesen pasado
mas de cien años.
Como si yo fuese el mismo hombre con el que alguna vez se casó,
pero lo cierto es que el tiempo no cambia para bien o para mal a todos.
Pero para ella solo a pasado un par de meses, no tiñe idea
del infierno que soporte para hallarle, viaje a través de las cincuenta y dos realidades,
no puedo creer que ahora nuestro cuerpo se encuentre, pero siento su calor imponiéndose
al mío.
Valió la pena el dolor.
Siento como una lagrima baja por mi mejilla y sigue su
camino por mi piel que ahora ya no tiene arrugas, me veo bastante más joven,
aunque ya soy bastante antiguo, ella sonríe, pone sus manos sobre mis hombros,
yo también lo hago, proyectando su figura a medida que subo por ella.
Comenzamos a retroceder, por el vacío y gris corredor,
escucho agua correr, debemos estar en un patio interior, pero no me importa,
solo tengo ojos para ella.
Me dejo perder en su mirada, mientras vamos cayendo hacia el
suelo.
Siento mi espalda golpear contra el frio metal, pero me da
igual.
Sus manos se desatan, igual que la mía.
Ha pasado tanto ella y yo hemos cambiado, pero en este
preciso instante, la idea que pronto moriré y de que no debo amarle se apaga y
me dejo llevar por la felicidad.
Con la manos entrelazadas y sudados corremos por el corredor,
pasando las puertas y las miradas curiosas, Silvia se sujeta el vestido contra
los senos para ocultar su desnudes, a mí me parece preciosa, entre risas le
sigo el paso y proyecto mi brazo por detrás de su cuello, abrasándole, hasta
que llegamos a su habitación.
—Deberías darte una ducha—.me suelta recogiéndose el cabello
hacia atrás y recostándose sobre la cama, dejando el vestido aun lado.
Me apoyo sobre la pared, para contemplarle y ella ríe, una pequeña
sonrisa se forma en mi rostro.
Mis ojos comienza a recorrer sus largas piernas, pero sus brazos
moviéndose, señalando la ducha me distraen.
—vale, Silvia, me daré un ducha, a ti también te vendría
bien—.suelto burlón, ella me lanza un mirad de superioridad apoyando su mano
sobre su mentón, dándole un porte real, pero se desmorona cuando se echa a reír.
Cierro el compartimiento de la ducha y abro la regadera
dejando que el agua fría, cale en mi piel, respiro con fuerza, mientras el agua
se lleva su aroma.
Presiono un botón esculpido en el metal y el líquido se
vuelve jabonoso, mientras veo las gotitas proyectarse hacia abajo por la
gravedad artificial, aún recuerdo cuando me tocaba bañarme con las barras de jabón,
no me quejo de ella, pero esto es cien veces mejor.
Comienzo a refregar mi cabeza que acabo de afeitar hace poco,
no me acostumbro a tener cabello de nuevo, bajo por el cuellos, sintiendo las
fibras y nervios tensándose por el rose.
De un segundo par de manos.
Sus delgados dedos se entresacan alrededor de mi cintura,
siento su cuerpo acoplándose al mío, a través de mi espalda, su cabello, baja
por mis hombros, cuando apoya su cabeza.
En parte por que la ducha es demasiada pequeña para los dos
una vez que vuelve a cerrar y en parte porque desea hacerlo y yo no me niego,
recordando la veces que disfrutamos hace ya tiempo, obviamente teníamos más
espacio para maniobrar.
Pero eso es lo de menos.
Me giro sobre mí y le abraso, presionando sus pechos contra
mi cuerpo, mis manos se afirma en los espacio de su cintura.
Siento su respiración aumentar, como el agua que cae ahora
con mayor fuerza, sus uñas se clavan en mi piel, los vidrios empiezan a
empañarse.
Duermo tranquilo, como no lo había hecho en tanto,
sintiéndome seguro y poderoso a su lado, ella es mi roca, la mujer que amo.
Sus dedos se deslizan por mis pechos, haciéndome cosquillas
por la que finalmente me despierto
Me mira con sus grandes ojos morados, pensé que nuca volvería
a verlos, que nunca volvería estar cerca de ella, que le había perdido.
Pero está aquí, a mi lado, extiendo mi brazo por debajo de
la sabana, buscando su mano, al segundo intento y risas aparte le hallo y
sujeto
«Honrare nuestro juramento»—.le sonrió y ella me devuelve el
gesto.
Ella termina de abotonarse la blusa que alisa, para luego acomodarse
el jean del mismo color de sus ojos, salimos tomados de la mano, sin importarme
que este solo en pantaloncillos.
Al otro lado MS.BELCEBU deja caer la tasa al vernos, sin
poder borrar su rostro de sorpresa, nos reímos.
—Puedes llevarnos al comedor—.digo tranquilo, le toma un par
de segundos asentir, extiende su brazos, para tocarnos, desaparecemos.
Caminamos pasando de la multitud de cadetes, cancilleres y embajadores,
hacia una mesa libre.
—Si quieres puedes quedarte a comer con nosotros—.le digo a
mi aprendiz, que nos ha seguido el paso, ella niega con la cabeza con rapidez.
—Yo…tengo otras cosas que hacer, vale les dejo—.segundos después
desaparece.
Minutos después legan nuestras órdenes, un especial para mí
que hoy es puré de remolacha y jugo de patata, aunque no luzcan bien, sabe
espectacular.
Silvia por otro lado se atraganta con una gigantesca porción
de helado, me sonríe bobamente con los labios manchados de chocolate, es extraño,
ella casi nuca como dulces, me encojo de hombros, «es bueno darse un antojo de
ves en cuando», y le devuelvo el gesto.
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HOLA;RECUERDA:comentar siempre con respeto y compostura;así estaré encantado de leerte :)