RETO#36 DESLEALTAD A MR.COCH. |
DESLEALTAD A MR.COCH
RETO#36 EL LIBRO DEL ESCRITOR.
PREMISA: Haz una historia que tenga al final una frase moralizante a modo de fábula.
DESLEALTAD A MR.COCH
Acomodo mi puño, moviendo el aire a su alrededor con los
movimientos de mis dedos, sería más fácil, si tuviese el otro brazo, aun no
puedo creer que ese bastardo y pulgoso perro de FENRIR me lo haya arrancado, suspiro,
qué más da cumplir el contrato, otro cliente satisfecho, golpeo los dedos
contra mi mandíbula, mientras espero a mi invitados, que vendrán a su ultima cena,
me paso la palma abierta por las rojas escama para estar algo más presentable,
si se puede.
Cuando las noticia me llegaron no odia créelo, después de
todo los que hice por él, le di un nombre, lo saque del abismo y la otra
bastarda mi propia sangre traicionándome, ambos conspirando para acabar con migo,
pero acaban de morder más de lo que pueden masticar, después de todo no por nada,
todos se arrodillan a mi pies, mostrándole lealtad a MR.COCH.
Hago aparecer un par de luces que flotan en la nada,
iluminando el amplio y oscuro espacio, no es suficiente, segundos después una
gigante esfera flota a unos cien metros de mí, ahora sí, sonrió.
La puerta se materializa frente a mí, al abrirse deja pasar
un haz de luz, de este emergen dos figuras.
Lorien y Nadia.
Mi mano derecha y mi única hija, tomados de la mano.
Estos chicos de ahora quien los entiendes, un segundo estas
cambiándoles los pañales y luego quieren mandarte con solo veinte millones de
años de existencia.
Lo aprobare siempre y cuando respeten la regla de no
procrear con otra especie, no quiero que un bastado de genes inferiores me
llame abuelo.
Aunque lorien, no es tan miserable, después de todo es el
mejor espadachín en cinco galaxias.
Una afición que compartimos.
—Beban algo—.les digo mientras trueno los dedos y una
bandeja de plata resplandece en el espacio frente a nosotros, tomo un copa de vino,
ellos dudan.
—tranquilos, no está envenenada—.les suelto fingiendo un
sonrisa, después de todo no es mi estilo, no con aquellos que se niegan a
arrodillarse frente, no cono aquello que traicionan mi lealtad, no para ellos
tengo reservado un dolor lento y satisfactorio.
Luego de unos segundos y al verme dar un par de traguitos,
al dulce licor, lorien toma una de las copas, dejando una libre en la bandeja.
—paso, MR.COCH—.dice escueta, aún recuerdo los días en que solía
llamarme padre, el día en el que destruyo su primer sistema solar, es una chica
increíblemente prometedora, es lo mínimo teniendo en cuenta de que tiene mis
genes.
«Se perfecta o vete». Le lanzo en un pensamiento, parece
evadirlo.
El chico a su lado no parece darse cuenta, pensé que los
elfos serian más perceptivos, con esas grandes orejas y esa fama de ser buenos herreros,
después de todo ellos forjaron las cadenas con las que contuve a ese pulgoso.
Siento el vacío en el traje, algo en su saliva ralentiza mi
proceso de regeneración, han pasado un par de años ya y ha crecido apenas.
Le doy un trago decente a mi copa, regodeándome sabiendo que
el infeliz se debe estar pudriendo en algún lugar, lejos de sus hermanos.
Le veo tornar los dedos y una baso chato con hielo nadando
entre el licor amarillento, aparece entre su afiladas garras. —prefiero el
whisky en las rocas—.me sonríe burlona y le da un trago decente.
Ese gesto me recuerda inmediatamente a su madre, gran mujer,
algo terca, pero fueron sus genes lo que finalmente me llevaron a procrear con ella,
cuando el acto estuvo consumado y mi niña nacida, no le necesite más.
Pero eso ella no lo sabe, piensa que su madre se marchó y no
que esta tres metros bajo tierra.
Desde ese día la entrene para que me sucediera, el resto de
reptilis me reprochaba que le estaba sobre exigiendo, pero «se perfecto o
lárgate», además no parecía molestarle entrenar unas diez veces más fuerte que
cualquier competidor.
En eso se parece a mí, me labre un camino, a punta de esfuerzo y determinación,
si alguien viese en lo que me eh convertido, nunca se le pasaría por la mente
en que hubo días en los que pase hambre.
Pero como siempre digo si estas dispuesto a soportar el dolor y a entrenar
hasta desfallecer, no hay imposibles.
Después de todo el dolor te fortaleza, eso no lo entiende el resto
del senado, si siguen interfiriendo en mis negocios, tendré que encargarme.
Paso la mano por la empuñadura de mi sable, veo los afiliados ojos
de elfo deslizarse, como si comprendiese lo que pasara.
Aguanto la ganas de sonreírle macabramente, después de todo donde
estaría el gozo en matarle, rápidamente.
—donde están mis modales, por favor siéntese a comer—.hago un gesto
con la mano de gratitud, esperando que sus pensamientos se desvíen, lo hace.
Pronto un larga mesa de madera negra aparece, acompañada de
comida a escoger y tres asientos
forjados en acero, la comida brilla con inusual belleza gracias a la iluminación,
obra mía, sonrió.
Se miran al mismo tiempo, como diciendo que carajo le pasa a este
viejo, «oh mi pequeña aun tienes mucho que aprender», aún hay piedad en su
alma, una mugrosa debilidad que no eh logrado sacarle del todo, otro
recordatorio de su fallecida madre.
La perfección no admite piedad, toda muestra de sentimientos es debilidad,
recuerdo decirle en su tiempo, mientras le torcía el cuello a una elfa embarazada,
sabía que tenía potencial cuando vi su pequeña sonrisa, al sentir el calor de
la sangre fresca, proveniente del cuello, donde había clavado sus afilados
dientes, mientras todo fragmento de voluntad de la mujer se iba apagando, recuerdo
también sonreír, ante la preciosa escena.
Igual nos sentamos quedando en un perfecto triangulo, tomo un
plato y me sirvo algo de fruta y carne, el elfo solo verduras y mi hija le
sigue como si fuera una modita.
Le echo una mirada, mientras un leve temblor sacude el lugar, se
ha enojado, eso es bueno.
—entonces, que tal su día—.suelto escueto, sabiendo la repuesta.
—nada nuevo, cumplir un par de misiones con la ayuda de Nadia—.toso
con fuerza, reprimiendo el deseo de cortarle la garganta en ese intente, como
se atreve a hablarle a mi hija de igual, maldito inferior.
Me satisface ver su cara torcerse a una mueca de terror, que se
borra cuando mi pequeña le codea, tose y se pone serio.
—MR.COCH acabemos con esto de un ves—.me suelta ella, soltando sus
verduras.
—de que hablas Nadia—.digo rehuyendo a sonreírle y veo su ojos
caramelo reventar el cólera.
—Sabes perfectamente de los que hablo, no alargues más esto, ya no
soy una niña—.me escupe golpeando la mesa con los puños y levantándose de
golpe, lorien le imita, desenvainando su espada.
—muchachos insolentes, si se arrodillan y me suplican les
perdonare—.digo tranquilo, limpiándome la boca con una servilleta de tela y apartando
lentamente mi plato, dándoles tiempo a pensar en mi oferta—.después de todo soy
un ser de negocios.
El metal cortando el aire, niega rotundamente.
—que así sea.
Pateo la mesa con fuerza, veo la comida volar y ello cubriéndose
para esquivarla, con la otra pierna salto y desenvaino mi sable antes de tocar
el suelo.
Le sonrió con mis afilados dientes.
Mi hija proyecta escudos de energía para contenerme, que rompo con
facilidad con un movimiento de coedwig que agita su negra hoja contra la
energía.
Pronto el elfo se lanza contra mi empuñando con ambas manos su arma,
me siento e impulso mi brazo hacia adelante las hojas chocan.
Un golpe me rasga el traje y quema la piel, «mi pequeña a aprendido
bien», me agacho y rompo la postura de lorien, haciendo retroceder, suficiente tiempo,
para saltar y girarme sobre mí, la hoja le desgarra el brazo a mi pequeña.
La articulación golpea con fuerza el suelo oscuro y es tragado por
este, le veo retorcerse de dolor, no lo disfruto.
Pero ya no es mi hija, desde el momento que eligió ser desleal.
Ahora es una traidora.
Los traidores merecen morir.
Gime tratando de contener la sangre que comienza a brotar, eso la
dejara fuera de combate por un minuto hasta que su brazo se regenere.
El elfo no pierde tiempo y vuelve a remeter, los golpes van y vienen,
logrando bloquear todos.
—Eso es todo muchacho, da una digna pelea antes de morir, deja de
contenerte—.le grito, para hacerlo reaccionar.
Mi cuerpo eh hundido contra el suelo, por una gigantesca presión.
El aprovecha y logra cortarme cerca del cuello, la sangre comienza
a caer.
Peor se necesita mucho más que eso para detenerme.
—BASTARDOS—.grito y me concentro en mi energía.
—mátalo antes de llegue a su siguiente forma—.le grita aterrada mi
hija y escucho algo cortar el aire.
Abro los ojos de golpes, reconozco el sonido es la daga del
infinito.
Pensé que había desaparecido en manos del senado.
Sin ella, ya no tengo por qué perdonarles la vida.
—basta de jueguitos—.tenso los músculos y los ciento crecer,
lentamente me pongo de pie imponiéndome al gigantesco peso sobre mi espalda, al
suelo que quiere devorarme y a los inútiles cortes que ase el idiota.
Me apoyo en mi arma, para finalmente levantarme, con un movimiento
le hago retroceder.
Sonrió al ver como su espada se quiebra.
Pero no lo detiene, quiere pelear a puños esos era un suicido.
Aun así le doy el gusto, suelto y la dejo levitando.
Corro hacia él, ase lo mismo, solo que aún tiene un arma.
Blandiendo el brillante objeto, lo único que puede matarme.
Se mueve con velocidad, rasgando mis escamas, siento el increíble
dolor que produce solo el roce del arma, pero lo soporto.
Aprovecho el vació que deja.
Él se da cuenta y quiere clavarla en mi garganta.
Pero ya todo ha acabado, mi puño, rompe su cráneo como si fuera azúcar,
segundos después cae al suelo, con los ojos apagados.
Un grito desgarrador se escucha detrás.
Está llorando.
—Arrodíllate hija mía y te perdonare—.le digo en un último intento
por que regrese al camino de la luz.
Pero ella niega y truena los dedos desapareciendo, me giro a
velocidad para verla reaparecer frente a mí.
Sosteniendo la daga, está temblando.
Muevo la mano y llamo a mi arma, que regresa y la empuño.
Por un segundo, la mujer que intentos matarme desaparece y la
imagen de la pequeña que crie y guie aflora, mi brazo se destensa.
No puedo matarla.
—si me atacas, acabare con Tigo, si huyes te encontrare y juro que
acabare con Tigo, dame la daga del infinito y volveremos a ser un familia,
juntos padre e hija regiremos la cincuenta y dos realidades.
Su rostro se agita, sus ojos se mueven a velocidad como si
contemplase la posibilidades, finalmente respira un par de vece y baja el
brazo.
—tú ya no eres mi padre, solo eres MR.COCH, el ser que mato a mi
familia—.me escupe con odio y dolor.
Corro hacia ella, pero es tarde a tronado los dedos.
Daga e hija han desaparecido.
Trueno los dedos y un golpe de energía destroza todo el lugar, las
luces se apagan y me quedo de pie en la oscuridad.
«Por qué dude, acaso hay debilidad en mi».
La idea comienza brotar por mi mente, trueno los dedos y ahora estoy
frente a un planeta lleno de vida.
Busco un pensamiento, el que sea que contrarreste a ese temor.
—Yo no soy débil.
—YO SOY MR.COCH.
Con un movimiento de manos, millones de vidas se apagan en un solo
grito, me dejo sentir placer, dejando que me llene que deje fuera el temor,
mientras el calor de la explosión me envuelve.
Recuerdo las palabras.
—“La moral es la debilidad del cerebro. Arthur Rimbaud”.
DESLEALTAD A MR.COCH
Acomodo mi puño, moviendo el aire a su alrededor con los
movimientos de mis dedos, sería más fácil, si tuviese el otro brazo, aun no
puedo creer que ese bastardo y pulgoso perro de FENRIR me lo haya arrancado, suspiro,
qué más da cumplir el contrato, otro cliente satisfecho, golpeo los dedos
contra mi mandíbula, mientras espero a mi invitados, que vendrán a su ultima cena,
me paso la palma abierta por las rojas escama para estar algo más presentable,
si se puede.
Cuando las noticia me llegaron no odia créelo, después de
todo los que hice por él, le di un nombre, lo saque del abismo y la otra
bastarda mi propia sangre traicionándome, ambos conspirando para acabar con migo,
pero acaban de morder más de lo que pueden masticar, después de todo no por nada,
todos se arrodillan a mi pies, mostrándole lealtad a MR.COCH.
Hago aparecer un par de luces que flotan en la nada,
iluminando el amplio y oscuro espacio, no es suficiente, segundos después una
gigante esfera flota a unos cien metros de mí, ahora sí, sonrió.
La puerta se materializa frente a mí, al abrirse deja pasar
un haz de luz, de este emergen dos figuras.
Lorien y Nadia.
Mi mano derecha y mi única hija, tomados de la mano.
Estos chicos de ahora quien los entiendes, un segundo estas
cambiándoles los pañales y luego quieren mandarte con solo veinte millones de
años de existencia.
Lo aprobare siempre y cuando respeten la regla de no
procrear con otra especie, no quiero que un bastado de genes inferiores me
llame abuelo.
Aunque lorien, no es tan miserable, después de todo es el
mejor espadachín en cinco galaxias.
Una afición que compartimos.
—Beban algo—.les digo mientras trueno los dedos y una
bandeja de plata resplandece en el espacio frente a nosotros, tomo un copa de vino,
ellos dudan.
—tranquilos, no está envenenada—.les suelto fingiendo un
sonrisa, después de todo no es mi estilo, no con aquellos que se niegan a
arrodillarse frente, no cono aquello que traicionan mi lealtad, no para ellos
tengo reservado un dolor lento y satisfactorio.
Luego de unos segundos y al verme dar un par de traguitos,
al dulce licor, lorien toma una de las copas, dejando una libre en la bandeja.
—paso, MR.COCH—.dice escueta, aún recuerdo los días en que solía
llamarme padre, el día en el que destruyo su primer sistema solar, es una chica
increíblemente prometedora, es lo mínimo teniendo en cuenta de que tiene mis
genes.
«Se perfecta o vete». Le lanzo en un pensamiento, parece
evadirlo.
El chico a su lado no parece darse cuenta, pensé que los
elfos serian más perceptivos, con esas grandes orejas y esa fama de ser buenos herreros,
después de todo ellos forjaron las cadenas con las que contuve a ese pulgoso.
Siento el vacío en el traje, algo en su saliva ralentiza mi
proceso de regeneración, han pasado un par de años ya y ha crecido apenas.
Le doy un trago decente a mi copa, regodeándome sabiendo que
el infeliz se debe estar pudriendo en algún lugar, lejos de sus hermanos.
Le veo tornar los dedos y una baso chato con hielo nadando
entre el licor amarillento, aparece entre su afiladas garras. —prefiero el
whisky en las rocas—.me sonríe burlona y le da un trago decente.
Ese gesto me recuerda inmediatamente a su madre, gran mujer,
algo terca, pero fueron sus genes lo que finalmente me llevaron a procrear con ella,
cuando el acto estuvo consumado y mi niña nacida, no le necesite más.
Pero eso ella no lo sabe, piensa que su madre se marchó y no
que esta tres metros bajo tierra.
Desde ese día la entrene para que me sucediera, el resto de
reptilis me reprochaba que le estaba sobre exigiendo, pero «se perfecto o
lárgate», además no parecía molestarle entrenar unas diez veces más fuerte que
cualquier competidor.
En eso se parece a mí, me labre un camino, a punta de esfuerzo y determinación,
si alguien viese en lo que me eh convertido, nunca se le pasaría por la mente
en que hubo días en los que pase hambre.
Pero como siempre digo si estas dispuesto a soportar el dolor y a entrenar
hasta desfallecer, no hay imposibles.
Después de todo el dolor te fortaleza, eso no lo entiende el resto
del senado, si siguen interfiriendo en mis negocios, tendré que encargarme.
Paso la mano por la empuñadura de mi sable, veo los afiliados ojos
de elfo deslizarse, como si comprendiese lo que pasara.
Aguanto la ganas de sonreírle macabramente, después de todo donde
estaría el gozo en matarle, rápidamente.
—donde están mis modales, por favor siéntese a comer—.hago un gesto
con la mano de gratitud, esperando que sus pensamientos se desvíen, lo hace.
Pronto un larga mesa de madera negra aparece, acompañada de
comida a escoger y tres asientos
forjados en acero, la comida brilla con inusual belleza gracias a la iluminación,
obra mía, sonrió.
Se miran al mismo tiempo, como diciendo que carajo le pasa a este
viejo, «oh mi pequeña aun tienes mucho que aprender», aún hay piedad en su
alma, una mugrosa debilidad que no eh logrado sacarle del todo, otro
recordatorio de su fallecida madre.
La perfección no admite piedad, toda muestra de sentimientos es debilidad,
recuerdo decirle en su tiempo, mientras le torcía el cuello a una elfa embarazada,
sabía que tenía potencial cuando vi su pequeña sonrisa, al sentir el calor de
la sangre fresca, proveniente del cuello, donde había clavado sus afilados
dientes, mientras todo fragmento de voluntad de la mujer se iba apagando, recuerdo
también sonreír, ante la preciosa escena.
Igual nos sentamos quedando en un perfecto triangulo, tomo un
plato y me sirvo algo de fruta y carne, el elfo solo verduras y mi hija le
sigue como si fuera una modita.
Le echo una mirada, mientras un leve temblor sacude el lugar, se
ha enojado, eso es bueno.
—entonces, que tal su día—.suelto escueto, sabiendo la repuesta.
—nada nuevo, cumplir un par de misiones con la ayuda de Nadia—.toso
con fuerza, reprimiendo el deseo de cortarle la garganta en ese intente, como
se atreve a hablarle a mi hija de igual, maldito inferior.
Me satisface ver su cara torcerse a una mueca de terror, que se
borra cuando mi pequeña le codea, tose y se pone serio.
—MR.COCH acabemos con esto de un ves—.me suelta ella, soltando sus
verduras.
—de que hablas Nadia—.digo rehuyendo a sonreírle y veo su ojos
caramelo reventar el cólera.
—Sabes perfectamente de los que hablo, no alargues más esto, ya no
soy una niña—.me escupe golpeando la mesa con los puños y levantándose de
golpe, lorien le imita, desenvainando su espada.
—muchachos insolentes, si se arrodillan y me suplican les
perdonare—.digo tranquilo, limpiándome la boca con una servilleta de tela y apartando
lentamente mi plato, dándoles tiempo a pensar en mi oferta—.después de todo soy
un ser de negocios.
El metal cortando el aire, niega rotundamente.
—que así sea.
Pateo la mesa con fuerza, veo la comida volar y ello cubriéndose
para esquivarla, con la otra pierna salto y desenvaino mi sable antes de tocar
el suelo.
Le sonrió con mis afilados dientes.
Mi hija proyecta escudos de energía para contenerme, que rompo con
facilidad con un movimiento de coedwig que agita su negra hoja contra la
energía.
Pronto el elfo se lanza contra mi empuñando con ambas manos su arma,
me siento e impulso mi brazo hacia adelante las hojas chocan.
Un golpe me rasga el traje y quema la piel, «mi pequeña a aprendido
bien», me agacho y rompo la postura de lorien, haciendo retroceder, suficiente tiempo,
para saltar y girarme sobre mí, la hoja le desgarra el brazo a mi pequeña.
La articulación golpea con fuerza el suelo oscuro y es tragado por
este, le veo retorcerse de dolor, no lo disfruto.
Pero ya no es mi hija, desde el momento que eligió ser desleal.
Ahora es una traidora.
Los traidores merecen morir.
Gime tratando de contener la sangre que comienza a brotar, eso la
dejara fuera de combate por un minuto hasta que su brazo se regenere.
El elfo no pierde tiempo y vuelve a remeter, los golpes van y vienen,
logrando bloquear todos.
—Eso es todo muchacho, da una digna pelea antes de morir, deja de
contenerte—.le grito, para hacerlo reaccionar.
Mi cuerpo eh hundido contra el suelo, por una gigantesca presión.
El aprovecha y logra cortarme cerca del cuello, la sangre comienza
a caer.
Peor se necesita mucho más que eso para detenerme.
—BASTARDOS—.grito y me concentro en mi energía.
—mátalo antes de llegue a su siguiente forma—.le grita aterrada mi
hija y escucho algo cortar el aire.
Abro los ojos de golpes, reconozco el sonido es la daga del
infinito.
Pensé que había desaparecido en manos del senado.
Sin ella, ya no tengo por qué perdonarles la vida.
—basta de jueguitos—.tenso los músculos y los ciento crecer,
lentamente me pongo de pie imponiéndome al gigantesco peso sobre mi espalda, al
suelo que quiere devorarme y a los inútiles cortes que ase el idiota.
Me apoyo en mi arma, para finalmente levantarme, con un movimiento
le hago retroceder.
Sonrió al ver como su espada se quiebra.
Pero no lo detiene, quiere pelear a puños esos era un suicido.
Aun así le doy el gusto, suelto y la dejo levitando.
Corro hacia él, ase lo mismo, solo que aún tiene un arma.
Blandiendo el brillante objeto, lo único que puede matarme.
Se mueve con velocidad, rasgando mis escamas, siento el increíble
dolor que produce solo el roce del arma, pero lo soporto.
Aprovecho el vació que deja.
Él se da cuenta y quiere clavarla en mi garganta.
Pero ya todo ha acabado, mi puño, rompe su cráneo como si fuera azúcar,
segundos después cae al suelo, con los ojos apagados.
Un grito desgarrador se escucha detrás.
Está llorando.
—Arrodíllate hija mía y te perdonare—.le digo en un último intento
por que regrese al camino de la luz.
Pero ella niega y truena los dedos desapareciendo, me giro a
velocidad para verla reaparecer frente a mí.
Sosteniendo la daga, está temblando.
Muevo la mano y llamo a mi arma, que regresa y la empuño.
Por un segundo, la mujer que intentos matarme desaparece y la
imagen de la pequeña que crie y guie aflora, mi brazo se destensa.
No puedo matarla.
—si me atacas, acabare con Tigo, si huyes te encontrare y juro que
acabare con Tigo, dame la daga del infinito y volveremos a ser un familia,
juntos padre e hija regiremos la cincuenta y dos realidades.
Su rostro se agita, sus ojos se mueven a velocidad como si
contemplase la posibilidades, finalmente respira un par de vece y baja el
brazo.
—tú ya no eres mi padre, solo eres MR.COCH, el ser que mato a mi
familia—.me escupe con odio y dolor.
Corro hacia ella, pero es tarde a tronado los dedos.
Daga e hija han desaparecido.
Trueno los dedos y un golpe de energía destroza todo el lugar, las
luces se apagan y me quedo de pie en la oscuridad.
«Por qué dude, acaso hay debilidad en mi».
La idea comienza brotar por mi mente, trueno los dedos y ahora estoy
frente a un planeta lleno de vida.
Busco un pensamiento, el que sea que contrarreste a ese temor.
—Yo no soy débil.
—YO SOY MR.COCH.
Con un movimiento de manos, millones de vidas se apagan en un solo
grito, me dejo sentir placer, dejando que me llene que deje fuera el temor,
mientras el calor de la explosión me envuelve.
Recuerdo las palabras.
—“La moral es la debilidad del cerebro. Arthur Rimbaud”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
HOLA;RECUERDA:comentar siempre con respeto y compostura;así estaré encantado de leerte :)