RETO#24 UN VASO DE AGUA. |
UN VASO DE AGUA
RETO #24 EL LIBRO DEL ESCRITOR.
PREMISA: Con el último objeto que veas o utilices a lo largo del día, inventa una historia.
UN VASO DE AGUA
Un vaso de agua, contemplo desde mi cama, apago el maldito televisor,
con sus putas noticias deprimentes, talvez me digan egoísta pensar en mí,
cuando el mundo se va a la mierda, pero la verdad es que no creo que viva tanto
para verlo, hoy mi médico me detecto cáncer cerebral, inoperable sin matarme en
el proceso, maligno y de grado cuatro, me dijo paco solo te queda un año de
vida y yo lo mande al carajo, porque me niego a morir, me niego a dejar a
Silvia sola, justo ahora que ella también se está muriendo frente a mis oscuros
ojos.
Me llevo con esfuerzo las manos a la cara, me las paso por
la barba más o menos cortada, subo hasta mi cabello y cuando la pongo ante mis ojos, veo manotones
de pelo ,las sacudo y dejo que toquen el suelo.
Muchos dicen que los dioses ponen momentos de prueba, pero no
saben que eh pasado el último mes rezando como un desgraciado, orando porque
Silvia despierte, orando para tener las fuerzas para trabajar y así pagar el
hospital.
Que obtuve a cambio, Silvia sigue en coma, las facturas no
dejan de acumularse, ahora me ha llegado un ultimátum sino pago, desconectaran a
Silvia del apoyo vital, arrebatándole cualquier esperanza de sobrevivir.
Una lágrima corre por mi mejilla, la dejo caer, después de
todo hay días en los que tomo tantos medicamentos que bien podrían costarme un brazo
y seguía sonriendo como un estúpido.
Alargo mi brazo para coger el vaso y cuando finalmente lo consigo,
lo acerco hacia mí, veo las olas formarse en su interior, creciendo, igual que
las convulsiones y temblores de mi cuerpo.
Siento la furia subir por mi viejo cuerpo, arrojo el vaso
que se estrella contra la descolorida pared y veo el agua caer hasta
desaparecer.
Me impulso y logro levantarme de la cama, me acerco caminando
lentamente hasta el interruptor de luz.
Cuando mis inquietos dedos se posan sobre esto y veo como la
oscuridad llega y devora todo con un simple movimiento, con un simple
pensamiento.
Me pregunto si los dioses, se sentirán así frente a los mortales,
si disfrutarán de nuestro cruel sufrimiento, su entretenimiento.
Más aún si es que realmente los dioses existen, me han dado
la espalda.
Me desplomo sobre el suelo, me han fallado las piernas.
«si pudieras devolverles el golpe».—me escuchan mal nacidos si pudieran
hacerles sufrir, sentir el infierno en que se ha vuelto mi vida—.respiro.—LO
HARIA—.le grito al aire y termino de desplomarme.
Pronto escucho pasos en la oscuridad, me levantaría, pero el
cuerpo no me responde, logro poner torpemente un brazo tembloroso, pero vuelvo
a caer.
— ¿Quién anda ahí?—. «eres idiota paco, como si te fueran a
responder yo», respiro con fuerza expectante al destino incierto.
— ¿Qué estaría dispuesto a sacrificar para igualar el marcador?—.dice
con voz ronca y sonora, evadiendo mi pregunta, quien sea que sea, se ha
detenido en medio de la oscuridad. —ya sabes para devolverle el golpe a esos
bastardo—.ríe lenta y macabramente.
Me quedo cayado, moviendo los ojos de un lado para otro, siento mi
respiración agitarse.
Estoy convulsionando.
—Sabía que eras digno paco, yo solo escojo a los mejores—.sigue,
no lo dije, pero lo pensé, aunque eso no importa mi cuerpo se mueve con violencia,
bravo paco morirá como un perro en el suelo y con espuma de tu boca, bravo
acabar de condenar a Silvia.
Cierro los ojos y lloro, mientras mis pensamientos se zarandean y
mesclan.
Truena los dedos e inmediatamente seso de moverme, es más que eso,
una fuerza invisible me levanta contra la voluntad y me eleva.
Desciendo sobre el suave colchón, mis pies tocan inmóviles el frio
suelo, ahora es la fuerza la que me sostiene en esa posición, si me dejase caer,
me estrellaría y posiblemente moriría por una contusión.
Vuelve a tronar los dedos y la luz se enciende, no puedo verme,
pero sé que e echo una mueca de confusión y miedo, al ver al reptil ser frente a
mí.
Esta erguido, es de tonalidad rojiza, posiblemente mida dos metros,
de su escamosa cara se proyectan tres protuberancia como cuernos a modo de cabello,
lleva un traje de color plata, que desentona con su apariencia de lagarto.
— ¿Quién eres?—.logro decir apenas y largando las silabas, como si
en el fondo no quisiera escuchar una respuesta.
—eh vivido por millones de años, para algunos soy el mal, para
otros la esperanza de los desvalidos, la fuerza de los débiles, la venganza de
los oprimidos—.dice regodeándose como si las palabras fuesen gotas de lluvia y él
se bañara en ella.
Sonríe mostrándome los largos y puntiagudos dientes. —pero por
sobre todo soy un ser de negocios—.dice sacando su bífida lengua y contemplado
los gemelos de oro en sus puños plateados, acomodándose uno, contra su escamosa
piel rojiza.
Todo su ser grita a voces,
PODER.
—puedes llamarme MR.COCH—.dice terminando de arreglarse el puño y
levantando lentamente su vista hasta dar con la mía, peor no veo sus ojos solo
veo dos pozos negros y vacíos, me sonríe lentamente, un escalofrió me recorre
la espalda.
— ¿Qué quieres de mí?—.ya no me tiembla la voz, pero la pregunta
va en serio, que puede querer de un viejo, que se está muriendo y apenas si
puede caminar. —MR.COCH—.digo apresurado, después de que me lanza una mirada asesina.
—un trato, ya sabes un contrato formal entre jefe y empleado—.dice
alisándose la fina tela de su traje. —yo te doy lo que necesitas y a cambio me
brindas tus servicios. —hace una pausa y saca su lengua bífida—.entonces tenemos
un trato.
Demonios, estoy entre la espada y la pared, si acepto no se en que
lio me estoy metiendo, si me niego Silvia morirá.
Entonces si tengo una mínima oportunidad de arreglar las cosas por
qué no hacerlo, he pasado toda mi vida siguiendo y conteniéndome por las reglas,
pero esta es mi última elección, la sociedad no me ayudara, mientras tenga vida
yo soy el que elige, no la sociedad.
—Acepto—.digo tembloroso y cerrando los ojos.
—que así sea paco, AMÉN—.siento un cosquilleo como una cosquilla
nerviosa que brinca por todo mi cuerpo.
Pronto se convierte en un descarga eléctrica, que solo aumenta en
intensidad.
Abro los ojos de golpe y caigo de rodillas, siento como si tuviera
fuego por dentro.
Grito, mientras la habitación arde a mí alrededor, cuando me
vuelvo el epicentro de todo ese poder.
Salgo de mi cuerpo y me veo, con los brazos extendidos, como si
estuviese implorando salvación, la luz sale de mi boca e ojos, el resto de mi comienza
a consumirse.
Las flamas me desintegran hasta volver uno con el fuego.
MR.COCH, hace un ademan y como alguien jalando de un hilo invisible,
regreso a donde mi cuerpo esta.
Veo las llamas apagarse y cuando esta se pierde en la habitación incendiada,
estoy desnudo, como si volviese a nacer.
—levántate y anda, que tu decisión los ha salvado—.dudoso me apoyo
en mi pierna, los temblores han desaparecido es más nunca sentí tanta fuerza antes,
entonces recapacito de que firme una cuerdo y que ahora recibiré mis obligaciones,
pero esta idea ase va cuando recuerdo que ha dicho los, y no te.
Será posible, que Silvia.
El asiente, sonriéndome macabramente, truena los dedos.
Dejamos la asfixiante habitación y ahora estamos frente a una
puerta negra, con una leyenda.
“paciente Silvia”
Pronto una enfermera me choca y sin inmutarse recoge los
instrumentos y sigue su paso, a lo mejor aquí es normal ver a gente desnuda.
Pero más allá de eso no ha gritado o desmayado frente a la
presencia de mi nuevo supervisor.
«Ellos no pueden verme, no son dignos, de siquiera presenciarme».
Dice en mi cerebro acompañado de un escalofrió.
—señor paco, que gusto verlo por aquí—.dice un hombre joven y algo
regordete, mientras busca algo en su bata blanca que contraste con su ropa de hospital,
estoy desconcertado porque es el hombre que hace dos días, me amenazó con desconectar
a mi mujer y ahora me sonríe.
Logro formar un saludo con la mano, bobamente.
Sigue acercándose, revisando su portapapeles. —mire discúlpeme por
mi trato el otro día, es que estaba atrasado con los pagos—.yo solo asiento,
por qué es la verdad.
Levanta la hoja y en ella logro ver los números en verde, al
parecer acabo de abonar medio millón de dolores la hospital, lo acerco torpemente
a mí, pero no por los temblores sino por la incredibilidad, reviso el documento,
es perfectamente legal y valido.
—también quiero agradecer su generoso contribución a la sección de
gerontología gracias a ella podremos comprar nuevos instrumentos y aparatos,
para darle un mejor calidad de vida a los viejitos—.me sonríe.
—Puedo verla—.pregunto secamente.
—Por supuesto Mr. paco—.ya debe haber terminado de cambiarse.
Le sonrió, este tipo debe tomarme el pelo, yo mismo vi como una
descarga de energía del calcinaba y desfiguraba el cuerpo, ahora me dice que está
bien.
Decido comprobarlo por mi empujo la puerta y no veo un cadáver,
atado a un monto de aparatos que solo le alargan la vida.
Ella se peina en una coleta su largo cabello verde, voltea y me sonríe
con sus morados y hermosos ojos.
Aparto al doctor y corro hacia ella, como si fuese un espejismo,
le abraso con fuerza, le siento, para saber que es real.
—Silvia, como es posible—.caigo de rodillas sosteniendo sus manos,
escucho una ronca risa de fondo, pero me mantengo mirándola.
—tranquilo paco no es para tanto solo fue una leve quemadura por energía,
gracias a los dioses que estaba en la sala de protección, de lo contrario
estaría casi muerta—.pero los estabas hace un segundo.
La miro incrédulo, sabiendo que no fueron los dioses, al menos no
los que yo conozco.
Me levantó de golpe y comienzo a acariciarle el pelo mientras
acerco su cara hacia la mía y la beso con intensidad, las escucho respirar con fuerza,
retrocede hasta la pared nuestro cuerpos se juntan.
—Paco contrólate—.dice aportando los labios lo suficiente para hablar,
no le hago caso y deslizo mis manos por sus delgadas caderas.
El sonido seco de la fingida tos del doctor me distrae, Silvia me empuja,
yo le sonrió y vuelvo a mirar al doctor, que se acomoda sus lentes.
—solo debe firmar aquí y le daremos de alta—.comienzo a caminar
hacia el con paso firme, el mismo que no tuve desde hace mucho, pero el metro
que nos separa, parece eterno, veo asustado como todo se desacelera hasta
finalmente detenerse.
—No tan rápido paco—.dice moviendo uno de sus largos dedos que termina
en una afilada garra negra, como si reprendiese a un pequeño hace un sonido con
su lengua. —yo cumplí con mi parte, ahora es tu turno de saber las obligación
que aceptaste de forma libre—.dice sonriéndome lentamente.
—primero por lo servicios prestado me brindaras doscientos años de
servicios—.sonrió cruelmente, idiota los humanos no vivimos tanto tiempo y
aunque lo hagamos nuestra fuerza se degrada en este.
«Idiota tu paco, acaso no viste lo que le hice a tu cuerpo, ya no
eres humano o en parte ya no, ahora ere inquebrantable, indetenible, ya no sentirás
hambre sueño o cansancio, cuando piense que si solo es un vestigio de tu
patética humanidad, ya te acostumbraras»—.hace eco en mi mente, le veo sonreír
con superioridad.
—para que logres completar con éxitos tus servicios hacia mí, por
el tiempo del contrato te será brindada, una arma de forma irrevocable e
irrenunciable e intransferible, la cual será una zanpakuto.
Cuando termina de decirlo, un espada larga y delgada se
materializa frente a mí, el me hace una seña para cogerla, apenas lo hago un calor
eléctrico me recorre el brazo y la suelto.
Caigo de rodillas, mientras una marca en forma de M alargada
se impregna en mi piel, con calor, cuando termina y deja de echar humo, veo la
marca de mi contrato en la flexura del codo.
«Eso es para que nunca olvide que ya no eres un hombre libre,
me perteneces y por lo tanto me obedece hasta que el contrato termine». Las lágrimas
corren por mi rostro, acabo de venderme.
—ahora el contratado, tendrá pleno uso de esta arma para
hacer con ella lo que desee, excepto si van en contra de la voluntad de su empleador—.hace
una pausa y se señala, regocijándose. —para hacerla aparece o desaparecer solo
piensa eso, practícalo.
Pienso que no está y en efecto el arma desaparece frente a
mí, luego pienso que la sostengo en mi mano
y la empuño, finalmente hago que desaparezca.
«Estad atento paco, ya sabrás de mi», levanto la mirada y me
pongo de pie, viendo como desaparece mi supervisor en una nueve de cenizas.
Me seco las lágrimas—tranquilo es normal llorar de alegría—me
dice el hombre frente a mí que ha vuelto a moverse.
Volteo nervioso, Silvia sigue allí.
Todo el miedo se desvanece, cuando le veo sonreír.
Han pasados unos días y estoy preparando el desayuno para comerlo
con Silvia, que luce radiante, tocan a la puerta, ella se levanta, mientras sigo
revolviendo la comida.
—te ha llegado un carta es de tu doctor—.no digo nada aunque por
dentro estoy impaciente, le obligue a que volviera hacerme los análisis, al
final accedió.
Apago la cocina y con mano temblorosa camino hasta ella y tomo el sobre.
Lo rompo y le dejo caer, mantengo la carta entre mis firmes manos,
leo:.
“Señor paco, en repuesta a los exámenes practicados as u personas
para verificar el avance de su caso, me veo en la increíble posición de decirle,
que no hay rastro de cáncer en su cuerpo.
Es más usted tiene una salud envidiable, igual a la de un adolecente
en forma.
En todos mis años nunca había visto una recuperación a este nivel,
si fuera creyente diría que fue un milagro.
Así que felicidades, señor paco está curado, le deseo mucho años
de buena vida”
«No sé qué pensar, si es que realmente fue un milagro». Una
sonrisa se refleja en mi rostro, mientras caigo de rodillas.
Aparto la vista del papel y miro la marca en mi brazo,
resplandecer, Las lágrimas caen por mi mejilla por el entusiasmo y el miedo.
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