10 de marzo de 2017

ADIÓS BARBERO;RETO#25 EL LIBRO DEL ESCRITOR.

RETO#25 ADIOS BARBERO.


ADIÓS BARBERO


RETO#25 EL LIBRO DEL ESCRITOR.


PREMISA: Utiliza toda tu creatividad para describir de forma cómica un relato de una visita a la peluquería con final dramático.


ADIÓS BARBERO

Mi supervisor me ha encargado guiar a la nueva, por la senda de nuestros trabajo, en resumen enseñarle a ser un buen hijo de puta que se forra en billetes dejando muerte y destrucción con tal de cumplir el contrato o lo que lo mismo ser un esbirro, MR.COCH está ocupado con un cabo suelto, la delgada chica a mi derecha termina de beber su whisky en las rocas, yo hago lo mismo, saboreo lentamente el alcohol con mi lengua y respiro el olor a madera quemada, paco hiso un promesa de no beber a Silvia, pero ese paco se tomó una vacaciones.

— ¿Entonces como fue tu bautizo?—.pregunta ansiosa, dejando el vaso con fuerza sobre la mesa de madera, se lo ha vivido todo de un trago, novata.

Respiro para saborear la ultimas notas de alcohol en mi boca.—primero  chica el whisky en las rocas se toma lentamente, no es una cerveza, segundo nunca se pregunta a tus superiores, ellos son los que te preguntan—.ella asiente asustada.

—agradece que MR.COCH me elijo como tu instructor—.asiente, pronto se lleva las manos a la cabeza, el alcohol le ha golpeado fuerte, rio secamente, dando otro traguito a mi baso.

—Deberías probar con algo más suave, no sé cómo agua con gas, te ves demasiado joven para estar bebiendo esto—.digo señalando a mi baso sin soltarlo, agitando el hielo en su interior que golpea suavemente con el cristal.

Ella pone los ojos en blanco y se lleva las manos sobre las piernas cruzadas.—paco…

Toso con fuerza y le mando una mirada asesina.

—vale, MR.PACO, no soy una mocosa, solo soy de contextura delgada, tengo veinte años—.le echo una mirada de arriba hacia abajo y rio, ella se cruza de brazos enojada.

Me da igual término de beber del vaso y mastico el hielo reducido.

—Solo por las risas te hablare de mi bautizo—.ella hace ojitos y apoya su ara sobre sus manos con las palmas abiertas, lo que hace resaltar sus morados ojos.

Se acomoda un mechón de cabello verde, atrás de la oreja.

—Sabes, casi puntualmente cada fin de semana iba a una peluquería cerca de mi antiguo apartamento—.hago una pausa y sonrió, porque he pasado de vivir como una rata a tener suficiente dinero para comprar un planeta deshabitado, lo que me recuerda que tengo negocios pendientes con la corporación.

—Para que, MR.PACO si te está quedando calvo—.le lanzó un gruñido y retrocede hacia atrás por instinto, poniendo las palmas en lato a ambos lado de su cara que sacude asintiendo, como diciéndome vale, lo siento, que lo he olvidado.

Toso y ella se recuesta sobre el aire, para cuando lo nota es tarde y se cae de espaldas.

Dejo el vaso sobre la mesa y le veo con el cabello tapándole la cara, reprimiendo el llanto, entes que pueda ayudarle a levantarle suelto una carcajada, ella pone los ojos en blanco.

—Siempre debes estar consiente de tu entorno—.digo alargándole el brazo, ella los cruza sobre sus pechos, finalmente lo toma y cuando logra volverse a sentar, comienza a alisarse el polo manga cero.

—entonces que voy a la peluquería, que tenía un toque vintage y hípster no ha propósito, sino porque era bastante vieja…

—más que tu—.dice entrecerrando los ojos por las risas, le ignoro.

Cuando entre la campanita sonó, como si fuera la resección de un hotel, frente a mi había tres sillas de barbero pesadas y desgatadas por el uso, Martin me saludo desde el fondo del local, estaba barriendo, solo estábamos nosotros dos a pesar de que ya era el mediodía.

Se limpió sus gruesas manos sobre su delicado mandil blanco y la extendió, para saludarme, le devolví el gesto.

Me señalo la silla, para comenzar, me senté con cuidado escuchando los resortes crujir y apoye los brazos sobre los soportes.

Veía su cabello ensortijado por el reflejo del gigantesco espejo puesto en frente de mí, entre este y yo estaban todo los instrumentos, máquinas de cortar, tijeras, peines, lo típico, ah y un gigantesco y viejo radio.

Martin se acercó a este y comenzó a rotar la manija para captar alguna emisora, para mi sorpresa el vejestorio comenzó a emitir sonido

Nada espectacular, pero era soportable haciendo eco en la vacía habitación.

Abrió uno de los gabinetes de madera repujada, del estante donde se apoyaba el radio y las demás cosas, saca de este un delantal de color negro.

—oye, eso es nuevo—.digo sorprendido en la veces anteriores, tenía que ir a casa a bañarme para sacarme el cabello recortado de la piel, no soporto esa sensación de picazón, pero a la gente le parecía gracioso, verme rascarme patéticamente por el camino.

—claro, lo mejor para mis clientes—.me da una gran sonrisa, mientras yo miro al rededor cuales clientes, si solo soy yo, le devuelvo el gesto.

—observo un logo en el reflejo frente a mí, tiene letra estilizadas—.le señalo, mientras el comienza a tomar las cosas del escritorio.

—oh no, yo lo pondría un nombre tan ridículo a mi peluquería, son de una prima que cambio todo su inventario—.hace una pausa y se rasca la barbilla. —ya sabes lo renovó, le va bastante bien.

—me dijo, Martin quieres estos delantales—.haciendo un gracioso ademan con la mano con la que sostiene el peine al mismo tiempo que finge la vos.

—Y yo le dije claro Sofía—.llevándose las manos a la cadera. —ellas es un encanto de mujer, algún día te la presento—.le sonrió con cortesía, mientras siento el anillo de plata por debajo del delantal.

—Entonces como lo quiere—. «Que pregunta cabezón estúpido», señalo la máquina de afeitar. —ah, entonces corto como siempre—.asiento, con esto de estar perdiendo el pelo hay que disimularlo de alguna forma.

Se acerca hacia la máquina y veo como su paso se acompasa y ralentizan, al mismo tiempo la marca en mi brazo comienza a encenderse, dándome un toque eléctrico.

«Este es tu bautizo, paco, tu contratista quiere muerto a Martin, adelante»—.resuena en mi cerebro, me estremezco.

No es que lo conozca de mucho, pero cuando pasa tiempo con alguien se forma relaciones, además hasta donde se es un buen hombre, honrado y trabajador, la marca en mi piel quema con más fuerza recordándome la terribles consecuencias de desobedecer a mi supervisor.

Mientras está detenido frente a mí—lo siento Martin, no disfrutare de esto, pero la vida es un lucha por sobrevivir y yo quiero vivir—.le digo tratando de justificar mis actos.

El tiempo vuelve a pasar y se acerca con la máquina, me quedo quieto poniendo los ojos en cualquier lugar para no mirar a Martin a los ojos, siento el leve temblor de las hojas contra mi piel, cortándome le cabello.

Pronto montones de pelos se han formado sobre el protector y  Martin ha terminado.

Me quita el delantal y yo termino de sacudirme el pelo sobrante, se aleja un par de pasos para poner la tela en el contenedor de ropa para lavar y las hojillas en desinfección.

Se seca las manos en su camisa a rayas y me sonríe.

—Martin eres un buen barbeo y mejor hombre—.le digo y levanto los brazos hacia él, piensa que es una brazo, pero solo oculto mis terribles intenciones.

Comienza a acercarse con las manos extendidas, para darme un abraso.

Comineo a contar los movimientos y me concentro, haciendo que todo desacelere, sus labios se apartan formando una sonrisa.

Mis manos pasan entre las suyas, las levanto, hasta que están a la altura de su cabeza, con esta en medio de ambas.

Al principio pienso en cera los ojos, «míralo a los ojos, asume las consecuencias de tuis actos», llamo con un pensamiento a mi arma.

En un segundo sus ojos están llenos de vida, en el siguiente la vida se escapa por ellos.

La brillante y negra hoja, le atraviesa de lado a lado, insertándose en su cerebro, no sufre, es inmediato.

El tiempo regresa a su normal vaivén.

Cae sobre sus rodillas, con la espada aun en su cabeza, haciendo que su cara se estrelle contra el suelo, un charco de sangre se forma, gracias al hilo que emana de sus oídos.

Vuelvo a pensar y el arma desaparece.

Camino rodeando el cadáver, hacia el contenedor de desinfección.

Vacío el galón sobre su cuerpo y alrededor.

Arranco los cables del viejo radio, dejándolos expuestos, conecto el enchufe, las llamas comienza a devorarlo todo.

Salgo por la puerta, el sonido de la campanilla, me resuena en la cabeza, a pesar de ya estoy en mi apartamento, han pasado horas, Silvia sigue trabajando y yo miro le televisor.

En la noticias de la noche, sale el incendio que provoque, pero culpan a la viejas y deficientes conexiones de electricidad, el cuerpo esta tan quemado que es imposible determinar la causa de la muerta, el fiscal habla a las cámaras que si no descubren algo en los próximos días cerraran el caso y lo consideraran solo un accidente.

Pero yo sé que no  fue accidente, el peso de su mirada arremete en mi cerebro, haciéndome estremecer.

La mirada curiosa y sorprendía de belcebú me saca del trance, ella está sonriendo de oreja a oreja.

—guao que impresionante bautizo, yo estoy expectante del mío—.dice acercando su cara hacia mí, la empujó hacia su taburete. —El jefe te ha dicho algo—dice haciéndome ojitos y presionándose las mejillas con las manos.

No le contesto, llamo al barman.

—un whisky en las rocas—.el asiente en segundo prepara el trago, pone una servilleta, sobre esta el vaso con el líquido amarillento.

Lo tomo de inmediato y lo bebo de un solo trago, dejando que el alcohol mitigue, mi remordimiento, sonrió. 

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