24 de febrero de 2017

SILVIA, ¿JUGUETEAMOS?;RETO#11 EL LIBRO DE ESCRITOR.

RETO#11 SILVIA,¿JUGUETEAMOS?.


SILVIA, ¿JUGUETEAMOS?


RETO#11 EL LIBRO DEL ESCRITOR.


PREMISA:Inventa un cuento con dos objetos a los que dotas de vida.


SILVIA, ¿JUGUETEAMOS?

Veo sus pequeños rostros dormidos, paco me toma de la mano, nos besamos suavemente, mis ojos comienzan abrirse, no quiero despertarme, pero tengo que hacerlo, antes que ella lo haga, llevo una semana con Silvia, «Empiezo a extrañar asara», mantengo lo ojos en ella se ve tan inocente, comienza a refunfuñar, retrocedo.

—hola, mi tartita—.dice bostezando, atino a sonreírle, nerviosa.

—Que sucede, ese monstruo, te asusto—.salta y se pone de apoya sobre sus rodillas para sentarse en aire, mueve su cuerpo hacia adelante y estira su mano, para acariciar mi cuello, no la detengo, no quiero más cortes, muevo la pata involuntariamente.

—oh cariño, te gusta, lo disfrutas—.lo hace con más fuerza, empieza a dolerme.

—Eres una perra—.me grita, clavando los dedos en mi garganta, para luego abofetearme.
Abro lo ojos completamente, ella ha retrocedido y comienza a golpearse las manos, su mirada, sus morados ojos, me evaden, «se siente culpable».

—yo lo siento conejita, es solo que a veces, bueno supongo que me animo demasiado—.me muestra los dientes, en una sonrisa perfecta y a la vez retorcida.

Levanta la mirada hacia mí, sin dejar de presionar su cara contra sus rodillas y mantener los brazos apretados rodeándolas.

—conejita, quieres decirme ¿algo?—.pregunta despacio, con la boca contra su piel, manteniendo la pose.

Yo la miro extrañada, que quiere que le diga.

—Recuerdas lo que te enseñe; HAZLO—.su vos me estremece y el recuerdo llega.

Asiento un par de veces. —no te preocupes, mi pequeña y hermosa psicópata—.trato de sonar sensual, pero me oigo asustada, porque lo estoy, parece complacerle mete la cara contra sus rodillas.

Su cabello rubio, le tapa, «crece increíblemente rápido».

Expande los brazos con fuerza y me sonríe, un hilo de sangre le baja de la comisura de los labios, «se lo ha mordido».

—No te preocupes mi tartita, ya la reprendí, ella no te hará daño, ¿puedo hacerte daño?—dice asiendo ojitos, «pregunta retórica—.pongo los ojos en blanco por unos segundos», maldita, miro mis brazos llenos de cortes, el pelaje las oculta más o menos.

Me toca los hombros, se mueve hacia atrás de mí, comienza masajearlos, tiene buen toque, sonrió sin que ella me vea.

Sus manos se deslizan hacia arriba y abajo.

Hasta que no bajan y comienza a asfixiarme.

Muevo los brazos hacia delante buscando liberarme, es muy fuerte.

La puerta cruje, aparece Sara.

Silvia me suelta y se lanza hacia ella, como una mascota viendo a su ama, Sara comienza a acariciarle la cabeza, hasta que le muerde los dedos, entonces la abofetea tirándola al suelo, Silvia se ríe y Sara sonríe, esto es extraño por decirlo menos.

Ella me lanza una mirada asesina, me escondería, pero no sé si sería peor.

Dura unos segundos, luego pone su atención en una hoja que parece diminuta en su mano.
—Hoy intentaremos una nueva actividad, para sus terapias, ya saben—.me mira, le devuelvo la mirada, yo no necesito terapia soy la más cuerda en este lugar, luego entiendo que eso no es un mérito teniendo en cuenta con quienes compito.

Silvia se levanta del suelo, y le quita la hoja, se agacha a tiempo, Sara azota el aire.

— inventa un cuento con dos objetos a los que dotas de vida—.dice rápidamente.
Sara asiente, mientras ella comienza a dar volantines a su alrededor.

—Tomen esto—.ella abre una de sus cuatro manos en ella hay dos peluches uno parece un osito y el otro un conejito, «maldita perra».

Silvia se frena cuando los ve, tiene el pelo hacia adelante tapándole media cara, así que termina de quitárselo, para saltar y tomar ambas, me lanza uno mientras regresa al piso, es bastante ágil.

Bajo la mirada, para ver que me toco.

Por supuesto el conejito, sostengo el peluche entre mis manos, se parece a mí, bueno una versión animada, pero el parecido esta hay.

Silvia me sonríe, lamiéndose la sangre de los labios, le devuelvo la sonrisa.

La puerta se cierra tras de ella.

Se lanza hacia delante, en un par de saltos, está en la cama frente a mí.

— ¿Quieres escuchar un historia?—.me dice roncamente sin quitar la mirada de peluche sobre sus piernas cruzadas, con el que ha comenzado a jugar.

La veo levantar la cara por un segundo, suficiente para rebatarme el muñeco de las manos y de paso dejarme un rasguño.

Ahora tiene uno en cada mano, apoyados sobre sus pálidas rodillas.

—pero antes necesito un favor—.alarga la palabra, como si disfrutara al decirlo.

Cierro los ojos preparándome, para lo que sea.

Cuando los abro ella está de espaldas hacia mí, acomodándose el cabello. — ¿Puedes hacerme un par de coletas?—.lo pregunta dulcemente, pero reconozco el tono en que lo dice, debo apresurarme.

Mis manos comienza a moverse, logrando entrelazar los mechones, para formar patrones de rubíes, ella comienza a tararear una melodía triste y pegajosa.

—sabes, tienes madera de madre—.me freno en seco, cuando los recuerdo vienen de golpes, «no llores frente a ella»—.respiro hondo «hazlo por tu familia».

— ¿Qué sucede tartita porque te has frenado?—.comienza a enojarse, apresuro el paso.

Después de unos minutos su alborotado cabello, esta trenzado en dos bonitas coletas.

Ella se levanta se las coge, como inspeccionándolas. —guao eres genial—.me sonríe y regresa a su esquina de la cama.

Este osito será paco y esta preciosa, sexy conejita, pues será Silvia, ósea yo, suelta una carcajada perversa, lleva la cabeza hacia atrás y la regresa tomando aire en el proceso.

—Sabes yo solía llevar el cabello así cuando dictaba clases para doctorados.

Arqueo ambas cejas, involuntariamente.

—ok, si quieres no me creas, pero yo antes era una renombrada psicóloga, doctorada en psicoanálisis conductual—.remarca la palabra era, ciento.

—también en sexología, te puedo dar un par de clases—.dice sensualmente, alargando su mano y recorriendo mi pata, le sonrió nerviosa. —oh no seas golosa ya te daré tu postre, pero se una buena chica y escucha mi historia—.confundida vuelvo a asentir.

—bueno todo se torció ese día, cuando tuve consulta con un maldito y jodidamente guapo ninfómano—.sonríe y comienza  hacer dar saltitos al osito.

—Él quería deshacerse de su “mal”—.hace una mueca de tristeza. —Pero yo no iba a permitírselo, después de todo para eso me hice psicóloga—le lanzo una mirada asesina—para ayudar a la gente tartita, para ayudar a la gente.

—bueno, la citas pasaron y yo sentí que conectábamos—.hace chocar los peluches, lo acompaña de un sonido de explosión que hace con su boca.

—conejita eres una estúpida—.no me lo dice a mí, lo hace a la figura, mientras la levanta y besa, cuando la regresa, esta tiene un mancha notable de sangre en el pecho.

—pero Silvia, él era guapo y yo estaba muy solita—.dice cambiando su voz.

—No mientas, te conozco mejor que tú misma—.ríe con fuerza—bien, no sigo, veo que ya te sonrojaste—.se lo está imaginando el muñeco sigue igual.

—Los días pasaron y nos fuimos acercando cada vez más—.comienza a hacer cosas con los peluches, aparto la mirada.

—él era bueno—.dice con la vos de la conejita. —oh, era espectacular—.se reprende así misma.

—conejita babosa, no te diste cuenta de nunca serias suficiente para el—.mueve la figura de tal forma que parece que se miran de frente. —lo sabía Silvia, lo sabía, pero no me importara compartirlo, mientras pudiésemos juguetear.

—entonces, paso, conejita, paso que ya no tenía fuerza para hacerlo—.mueve la mano y hace asentir al muñeco.

Vuelve a coger ambos peluches—.paco, tenemos que hablar.

—que quiere pesada, no seas majadera—.dice con vos ronca y mueve el osito.
— ¿Quién es julia?—.le increpa.

—solo es una amiga del trabajo.

—a claro y “tus amigas del trabajo”, te regalan sus sostenes y pantis—.hace como si le arrojara algo.

El oso se le acerca y su brazo de felpa la tumba con fuerza.

—oh, pequeño, no sabía que te gustara jugar rudo—.le grita.—a mí también—.hace el sonido de algo rompiéndose con la boca, señala el vaso frente a nosotras, vuelve a coger a la conejita.

El oso retrocede, ella avanza, hasta que choca contra el interior de su pierna, que hace las veces de una pared.

La conejita comienza a agitar sus brazos como si sostuviese algo, Silvia toma con fuerza a paco y le destroza con los dientes, arrancándole el relleno.

Lo deja caer con suavidad, frente Silvia, que esta de rodillas, contemplando el espectáculo de tripas de algodón.

—paco, yo no quería—.le dice arrepentida. —claro que querías conejita—.le increpa Silvia.
—No era yo, eran la voces en mi cabeza—.se la sujeta con fuerza, comienza a golpearse contra paco, empapándose de su sangre y viseras.

—el resto como dicen es historia tartita, contrate la mejor abogada que pude pagar con mis millones y me declararon legalmente insana mental—arroja a paco al piso, levanta Silvia y la besa, para luego arrancarle la cabeza, que arroja detrás de ella.

—Poco después desperté aquí—comienza a reír con fuerza y amargamente.

—pero ahora todo está bien, por estas aquí con migo—.se acerca rápido y me toma de imprevista, nuestro labios se encuentran.

Nos besamos.

Dura unos segundos, en los que siento un extraño calor recorrerme, tan rápido como empezó, se detiene y retrocede con fuerza hacia su lado de la cama, me mira fijamente con esos tiernos ojos morados.

—lo siento tartita, soy una maleducada—.hace una pausa notoria.

—No te preocupes, mi pequeña y hermosa psicópata—digo esta ves sintiendo menos temor y algo que no logro interpretar, mas allá de un golpe eléctrico placentero recorriendo mis patas.

—gracias, tartita, por eso y por haber estado atenta a mi historia te has ganado tu postre—.sonríe con dulzura.

—Silvia, ¿jugueteamos?—.me pregunta, oscilando su cabeza.

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