RETO#11 SILVIA,¿JUGUETEAMOS?. |
SILVIA, ¿JUGUETEAMOS?
RETO#11 EL LIBRO DEL ESCRITOR.
PREMISA:Inventa un cuento con dos objetos a los que dotas de vida.
SILVIA, ¿JUGUETEAMOS?
Veo sus pequeños rostros dormidos, paco me toma de la mano,
nos besamos suavemente, mis ojos comienzan abrirse, no quiero despertarme, pero
tengo que hacerlo, antes que ella lo haga, llevo una semana con Silvia,
«Empiezo a extrañar asara», mantengo lo ojos en ella se ve tan inocente,
comienza a refunfuñar, retrocedo.
—hola, mi tartita—.dice bostezando, atino a sonreírle,
nerviosa.
—Que sucede, ese monstruo, te asusto—.salta y se pone de apoya
sobre sus rodillas para sentarse en aire, mueve su cuerpo hacia adelante y
estira su mano, para acariciar mi cuello, no la detengo, no quiero más cortes,
muevo la pata involuntariamente.
—oh cariño, te gusta, lo disfrutas—.lo hace con más fuerza,
empieza a dolerme.
—Eres una perra—.me grita, clavando los dedos en mi garganta,
para luego abofetearme.
Abro lo ojos completamente, ella ha retrocedido y comienza a
golpearse las manos, su mirada, sus morados ojos, me evaden, «se siente
culpable».
—yo lo siento conejita, es solo que a veces, bueno supongo
que me animo demasiado—.me muestra los dientes, en una sonrisa perfecta y a la
vez retorcida.
Levanta la mirada hacia mí, sin dejar de presionar su cara
contra sus rodillas y mantener los brazos apretados rodeándolas.
—conejita, quieres decirme ¿algo?—.pregunta despacio, con la
boca contra su piel, manteniendo la pose.
Yo la miro extrañada, que quiere que le diga.
—Recuerdas lo que te enseñe; HAZLO—.su vos me estremece y el
recuerdo llega.
Asiento un par de veces. —no te preocupes, mi pequeña y
hermosa psicópata—.trato de sonar sensual, pero me oigo asustada, porque lo estoy,
parece complacerle mete la cara contra sus rodillas.
Su cabello rubio, le tapa, «crece increíblemente rápido».
Expande los brazos con fuerza y me sonríe, un hilo de sangre
le baja de la comisura de los labios, «se lo ha mordido».
—No te preocupes mi tartita, ya la reprendí, ella no te hará
daño, ¿puedo hacerte daño?—dice asiendo ojitos, «pregunta retórica—.pongo los
ojos en blanco por unos segundos», maldita, miro mis brazos llenos de cortes,
el pelaje las oculta más o menos.
Me toca los hombros, se mueve hacia atrás de mí, comienza
masajearlos, tiene buen toque, sonrió sin que ella me vea.
Sus manos se deslizan hacia arriba y abajo.
Hasta que no bajan y comienza a asfixiarme.
Muevo los brazos hacia delante buscando liberarme, es muy
fuerte.
La puerta cruje, aparece Sara.
Silvia me suelta y se lanza hacia ella, como una mascota
viendo a su ama, Sara comienza a acariciarle la cabeza, hasta que le muerde los
dedos, entonces la abofetea tirándola al suelo, Silvia se ríe y Sara sonríe,
esto es extraño por decirlo menos.
Ella me lanza una mirada asesina, me escondería, pero no sé
si sería peor.
Dura unos segundos, luego pone su atención en una hoja que
parece diminuta en su mano.
—Hoy intentaremos una nueva actividad, para sus terapias, ya
saben—.me mira, le devuelvo la mirada, yo no necesito terapia soy la más cuerda
en este lugar, luego entiendo que eso no es un mérito teniendo en cuenta con quienes
compito.
Silvia se levanta del suelo, y le quita la hoja, se agacha a
tiempo, Sara azota el aire.
— inventa un cuento con dos objetos a los que dotas de vida—.dice
rápidamente.
Sara asiente, mientras ella comienza a dar volantines a su
alrededor.
—Tomen esto—.ella abre una de sus cuatro manos en ella hay
dos peluches uno parece un osito y el otro un conejito, «maldita perra».
Silvia se frena cuando los ve, tiene el pelo hacia adelante
tapándole media cara, así que termina de quitárselo, para saltar y tomar ambas,
me lanza uno mientras regresa al piso, es bastante ágil.
Bajo la mirada, para ver que me toco.
Por supuesto el conejito, sostengo el peluche entre mis
manos, se parece a mí, bueno una versión animada, pero el parecido esta hay.
Silvia me sonríe, lamiéndose la sangre de los labios, le
devuelvo la sonrisa.
La puerta se cierra tras de ella.
Se lanza hacia delante, en un par de saltos, está en la cama
frente a mí.
— ¿Quieres escuchar un historia?—.me dice roncamente sin
quitar la mirada de peluche sobre sus piernas cruzadas, con el que ha comenzado
a jugar.
La veo levantar la cara por un segundo, suficiente para
rebatarme el muñeco de las manos y de paso dejarme un rasguño.
Ahora tiene uno en cada mano, apoyados sobre sus pálidas
rodillas.
—pero antes necesito un favor—.alarga la palabra, como si
disfrutara al decirlo.
Cierro los ojos preparándome, para lo que sea.
Cuando los abro ella está de espaldas hacia mí, acomodándose
el cabello. — ¿Puedes hacerme un par de coletas?—.lo pregunta dulcemente, pero
reconozco el tono en que lo dice, debo apresurarme.
Mis manos comienza a moverse, logrando entrelazar los
mechones, para formar patrones de rubíes, ella comienza a tararear una melodía
triste y pegajosa.
—sabes, tienes madera de madre—.me freno en seco, cuando los
recuerdo vienen de golpes, «no llores frente a ella»—.respiro hondo «hazlo por
tu familia».
— ¿Qué sucede tartita porque te has frenado?—.comienza a
enojarse, apresuro el paso.
Después de unos minutos su alborotado cabello, esta trenzado
en dos bonitas coletas.
Ella se levanta se las coge, como inspeccionándolas. —guao
eres genial—.me sonríe y regresa a su esquina de la cama.
Este osito será paco y esta preciosa, sexy conejita, pues
será Silvia, ósea yo, suelta una carcajada perversa, lleva la cabeza hacia
atrás y la regresa tomando aire en el proceso.
—Sabes yo solía llevar el cabello así cuando dictaba clases
para doctorados.
Arqueo ambas cejas, involuntariamente.
—ok, si quieres no me creas, pero yo antes era una
renombrada psicóloga, doctorada en psicoanálisis conductual—.remarca la palabra
era, ciento.
—también en sexología, te puedo dar un par de clases—.dice
sensualmente, alargando su mano y recorriendo mi pata, le sonrió nerviosa. —oh
no seas golosa ya te daré tu postre, pero se una buena chica y escucha mi
historia—.confundida vuelvo a asentir.
—bueno todo se torció ese día, cuando tuve consulta con un
maldito y jodidamente guapo ninfómano—.sonríe y comienza hacer dar saltitos al osito.
—Él quería deshacerse de su “mal”—.hace una mueca de
tristeza. —Pero yo no iba a permitírselo, después de todo para eso me hice
psicóloga—le lanzo una mirada asesina—para ayudar a la gente tartita, para
ayudar a la gente.
—bueno, la citas pasaron y yo sentí que conectábamos—.hace
chocar los peluches, lo acompaña de un sonido de explosión que hace con su
boca.
—conejita eres una estúpida—.no me lo dice a mí, lo hace a
la figura, mientras la levanta y besa, cuando la regresa, esta tiene un mancha
notable de sangre en el pecho.
—pero Silvia, él era guapo y yo estaba muy solita—.dice
cambiando su voz.
—No mientas, te conozco mejor que tú misma—.ríe con
fuerza—bien, no sigo, veo que ya te sonrojaste—.se lo está imaginando el muñeco
sigue igual.
—Los días pasaron y nos fuimos acercando cada vez
más—.comienza a hacer cosas con los peluches, aparto la mirada.
—él era bueno—.dice con la vos de la conejita. —oh, era
espectacular—.se reprende así misma.
—conejita babosa, no te diste cuenta de nunca serias
suficiente para el—.mueve la figura de tal forma que parece que se miran de
frente. —lo sabía Silvia, lo sabía, pero no me importara compartirlo, mientras
pudiésemos juguetear.
—entonces, paso, conejita, paso que ya no tenía fuerza para
hacerlo—.mueve la mano y hace asentir al muñeco.
Vuelve a coger ambos peluches—.paco, tenemos que hablar.
—que quiere pesada, no seas majadera—.dice con vos ronca y
mueve el osito.
— ¿Quién es julia?—.le increpa.
—solo es una amiga del trabajo.
—a claro y “tus amigas del trabajo”, te regalan sus sostenes
y pantis—.hace como si le arrojara algo.
El oso se le acerca y su brazo de felpa la tumba con fuerza.
—oh, pequeño, no sabía que te gustara jugar rudo—.le
grita.—a mí también—.hace el sonido de algo rompiéndose con la boca, señala el
vaso frente a nosotras, vuelve a coger a la conejita.
El oso retrocede, ella avanza, hasta que choca contra el
interior de su pierna, que hace las veces de una pared.
La conejita comienza a agitar sus brazos como si sostuviese
algo, Silvia toma con fuerza a paco y le destroza con los dientes, arrancándole
el relleno.
Lo deja caer con suavidad, frente Silvia, que esta de
rodillas, contemplando el espectáculo de tripas de algodón.
—paco, yo no quería—.le dice arrepentida. —claro que querías
conejita—.le increpa Silvia.
—No era yo, eran la voces en mi cabeza—.se la sujeta con
fuerza, comienza a golpearse contra paco, empapándose de su sangre y viseras.
—el resto como dicen es historia tartita, contrate la mejor
abogada que pude pagar con mis millones y me declararon legalmente insana
mental—arroja a paco al piso, levanta Silvia y la besa, para luego arrancarle
la cabeza, que arroja detrás de ella.
—Poco después desperté aquí—comienza a reír con fuerza y
amargamente.
—pero ahora todo está bien, por estas aquí con migo—.se
acerca rápido y me toma de imprevista, nuestro labios se encuentran.
Nos besamos.
Dura unos segundos, en los que siento un extraño calor
recorrerme, tan rápido como empezó, se detiene y retrocede con fuerza hacia su
lado de la cama, me mira fijamente con esos tiernos ojos morados.
—lo siento tartita, soy una maleducada—.hace una pausa
notoria.
—No te preocupes, mi pequeña y hermosa psicópata—digo esta
ves sintiendo menos temor y algo que no logro interpretar, mas allá de un golpe
eléctrico placentero recorriendo mis patas.
—gracias, tartita, por eso y por haber estado atenta a mi
historia te has ganado tu postre—.sonríe con dulzura.
—Silvia, ¿jugueteamos?—.me pregunta, oscilando su cabeza.
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