RETO#10 REDENCION DE PACO. |
REDENCIÓN DE PACO
RETO#10 EL LIBRO DEL ESCRITOR.
PREMISA:Haz una historia con un protagonista que evoque tu niñez.
REDENCIÓN DE PACO
Paso mis manos atadas por mi barba crecida, el calor dentro
del camión es intenso, sumado al camino lleno de baches por el que vamos, hace
que todos estemos fatigados, pero ese es el menor de nuestro problemas, llevo
tres meses en esta miserable dimensión, aquí los humanos son tratados como
ganado, si Luis tienes razón hoy seremos hombre libres, si se equivoca
moriremos en el matadero.
Sea como sea debo seguir el plan.
Esta sentado frente a mí, sus ojos azules están inyectados
en sangre por la rabia y el sueño, como los míos, hemos pasado el último mes
ultimando los detalles de nuestro escape.
Al parecer no todos los eres pensantes de este planeta
estando acuerdo con la idea de comerse a los humanos.
«Como se llamaba»—.me golpeo el mentón, que pretendía
rascarme, por otro maldito bache—«Claudia», ella forma parte de un grupo
vegetariano.
La hemos visto un par de veces o al menos oído, siempre
aparece en la oscuridad de la noche, dejándonos comida o cobijas a través de los
barrotes.
Gracias a ella sobrevive en esa fría e horrible celda.
A nuestros captores lo único que les importa es la carne que
podamos darle, no si estamos vivos o muertos.
Acordamos y sinceramente espero que suceda.
Los segundos pasan y se vuelven minutos, comienzan a ponerme
nervioso, si no tuviera atado los pies, estaría caminando de una lado para el
otro por el angosto canal.
Muevo los ojos de un lado para el otro, por un segundo se cruzan
con los de paco, parece decirme:
“Tío, se supone que ya habrían venido, para sacarnos, así
que seguiremos con el plan de contingencia”
Asiento—que cuentas, moreno—.hago énfasis en la última
palabra nuestra señal para confirmar el plan secundario.
—aquí disfrutando del paseo, viejo—.está de acuerdo, ambos
asentimos.
—oye te he contado de esa bes, cuando era un crio, que jugué
para la selección de mi colegio—le digo como si fuera algo superfluo, pero en
realidad es parte del plan
—claro, que sí, cuando hiciste tremendo ridículo—.se ríe.
Espera un segundo, mientras yo me hago el resentido. —que
pasa, paco, te han mordido la lengua—.no es algo gracioso, pero la forma como
lo dice, logra que las demacradas caras formen una sonrisa, que se vuelve en
carcajadas.
Golpean desde adelante. —cállense o vamos haya y les callamos—.refunfuña
el tipo que conduce, le acompaña barios bufidos.
—ya no te cortes, atontado, cuenta que la gente está en
ansias—.me replica.
—vale, era una tarde de verano, hacía un calor agradable,
estábamos en las previas al partido—.cierro los ojos y por un segundo vuelvo a
ese lejano y seguro lugar.
El entrenador, un hombre viejo y gordo, nos explicaba las jugadas,
en su pizarra acrílica, en resumen que teníamos que meter goles y no deja que
no anotaran ninguna, estábamos en formación media luna, abrasando al compañero
de alado por encima de los hombros, para evitar que el rival viera lo que
pretendíamos
Como ahora, solo que hay estábamos jugando el campeonato,
aquí nuestra vidas.
—bueno muchacho, si cierran al volante derecho, le hacen un
pase invertido en cuarenta grados, al defensa derecha, este al central y
proyectan al arco contrario donde estará el delantero derecho, vale
Todos asentimos, no damos una palmada mutua en la espalda,
acompañada de un grito, para tomar fuerza, salimos en fila uno detrás de otro
sonando las zapatillas en las escalera que conducen al estadio.
Me quedo estático, frente a la enormidad de la cancha y la
gente gritando en tribunas, no sé si habrían tantas o era mi mente jugándome
una mala pasada, en fin que había harto ruido.
En este punto tengo la atención de todas las personas que
están con nosotros, pronto se distraen por el sonido metálico de las puertas
trasera abriéndose.
Entonces les veo, unos cinco tipos robustos y altos,
pasarían por humanos si les quitara los prominentes cuernos que tienen a los
lados de la cabeza por encima de los oídos que contrastan con sus ojos
encendidos por el amarillo y talvez la satisfacción de golpearnos.
No se contiene, las aptadas y golpes comienzan, veo impotente,
como una mujer es reducida al suelo, luego de recibir un derechazo, no contento
con eso el tipo comienza a golpear su vientre, hasta que deja de gritar y
comienza a escupir sangre.
Solo entonces la deja, veo como sus ojos se apagan, cuando
un hilo de sangre le baja por la mejilla hasta forma un pequeño charco en el suelo.
Ella está muerta.
Eso parece calmarles un poco, por qué ahora solo dan golpes.
Luis recibe un par, la sangre comienza acorrerle de la
brecha encima de la ceja y la comisura de los labios.
—quien estuvo hablando—.comienza a preguntar altaneramente, un
par de golpe después alguien habla, por entre los gritos de la gente: “paco ha
sido”, logro escuchar, antes de que me caiga una somanta.
Un derechazo me tumba al suelo, otro me da en un ojo, me
patean parecen disfrutar de mi gritos, siento como mis costillas se quiebran,
entonces se para.
—déjalo, necesitamos llevar al menos un par en buen estado o
nos descontaran—.habla alguien con vos profunda y gruesa.
—Solo estaba ablandando al viejo, no quiero que se rompan un
diente al masticarlo—.dice el bastardo.
Me levanta, como si fuera no pesara nada, y me pone de golpe
en el asiento.
—ahora te callas, viejo, o te lleva otra somanta—.me mira
fijamente.
Le escupo la sangre y saliva que llevo en la boca, le cae de
lleno.
Me llevo otro par de golpes, en el pecho, me quedo con otro
par de costillas rotas.
Cuando está a punto de seguir, el tipo que hablo antes le
llama la atención y se va.
La puerta se cierra con fuerza.
Toso la sangre que me queda en la boca y levanto la vista,
el parpado empieza a inflamarse dejándome con un ojo sano, el dolor en el pecho
me distrae, respiro con algo de dificultad.
Veo el cuadro frente a mi hay por lo menos cuatro muertos y
resto estamos malheridos.
Pero a pesar de dolor sonrió, ya he ganado tiempo, para que
ellos vengan.
Luis, también lo hace y noto que le han tirado un par de dientes,
no parece notarlo, pero de seguro lo siente.
—que pasa, por qué te callas viejo—.dice reprochándome y
manteniendo su mirada fija en la mía, asiento, sé que necesitamos ganar más
tiempo.
—pues eso, que estaba ahí todo atontado y que viene le resto
del equipo y me pasa por delante, me levanto sacudiéndome el polvo y las marcas de zapato sobre la ropa, sigo corriendo como si nada
Era joven, aun no me legaban lo achaques de la vejes, rio.
—que risas se habrán soltado, al verte así—.me dice una
mujer en la fila del frente, que se frota los brazos, para disminuir los
moretones que empiezan a formarse en su piel, sin dejar de sonreírme.
Le devuelvo la sonrisa.
—pues fíjate que sí, todo el equipo se rio, incluyéndome, pero
nos callamos cuando vimos el equipo rival, eran bajos y anchos, como una lata
de leche puesta de lado
Hay estamos enfrentados, expectante de que sonara el silbato
para comenzar el partido «la guerra»
El tiempo se desacelero, podía ver sus bocas moverse para maldecirnos,
mientras el árbitro se llevaba el pito a los labios.
Corrimos apenas sonó.
El volante buscaba llegar hasta el arco rival, los demás
buscábamos cualquier espacio para colarnos y adelantar posiciones.
Los minutos pasaban y los lesionados comenzaban a amontonarse,
igual que las tarjetas amarillas, ellos tenían la ventaja de cambiar de jugar
odres, nosotros no.
Estaba corriendo y alguien puso la pierna, rodé y trague un
poco de pasto en el proceso, cuando me senté el mundo me daba vueltas, cuándo se
detuvo note los rapones en la rodilla, me levante y seguí jugando.
El primer tiempo había terminado eh íbamos dos a favor y uno
en contra.
El entrando se nos acercó, cuando descansábamos, algunos
aprovechaban para tomar agua como yo, otros para curarse las heridas o bromear.
—estamos bien muchacho, llevamos la ventaja ahora solo
debemos mantenerla—.todos asentimos.
—tomaremos un posición defensiva; los defensas se mantendrán
firmes, los volantes buscarán desviar la pelota hacia el campo contrario y si
hay la oportunidad adelantaran terreno, los delanteros mantendrá el ataque agresivo
a la portería rival.
Soltamos un grito, mientras volvemos a subir.
El árbitro pita, comienza el segundo tiempo.
Eh notado que el camión, ahora solo se bambolea un poco en vez
de que vayamos saltando por lo baches, parece que han reducido la velocidad, a lo
mejor le esta gustando mi historia, entonces debo seguir.
«Espero que lleguen pronto, porque estoy por acabar»,mirando
a un punto indeterminado en el camino de metal.
Faltaban diez minutos y aviamos logrado mantener la ventaja.
Entonces dos adversarios se me acercan a velocidad, intento frenarme,
pero es tarde me dan de lleno, el mundo me da vueltas la adrenalina me hace seguir,
me pongo de pie como puedo y les robo la pelota.
Comienzo a partir uno y a otro, los paso a todos, los de mi
equipo comienzan a correr a mi lado, seguro para que les haga un pase y así
quedarse con la gloria.
Me centro solo en mis pies que toca el balón, mientras me
acerco a la portería, lanzo con todas mi fuerzas, destrozando el pasto bajo mis
pies.
Levanto la mirada para ver mi triunfo.
Veo mi estupidez.
Había hecho un gol, sí, pero es nuestra portería.
El camión estalla en risas, les sigo, «es que en verdad era
atontado».
Escucho un par de bufido y risas ronca de adelante, también
les a echo gracia.
A los que no le hiso gracia, fue a la hinchada que comenzó abuchear.
Mi equipo me lanzo una mirada asesina colectiva, aún
recuerdo sentir el peso sobre mí, como si fueran proyectiles y yo el blanco.
«Paco la has cagado, pero puedes recuperarte en los penales».
Le ruego al entrenador, para que me ponga en el grupo de penales,
le logro convencer, hay estoy entre lo cinco que vamos a definir el partido.
El primero es fallo.
El segundo entra en la portería, de lleno, el arquero se lanza
a la derecha como idiota.
Así pasan hasta que quedo solo yo y el adversario, que me
mira con superioridad.
—IZI PICI TU VIEJA EN BICI—.le grito, se me quiere venir encima
y yo no me corto, pero el árbitro nos para.
—vuelven a hacer eso y le mando roja para los dos—.nos
increpa.
Volvemos a nuestros lugares.
Con cada paso siento el peso, la adrenalina y la tensión
subiendo.
Es mi turno estoy frente al arco, el tipo es gigante casi
rosa el marco metálico.
Una ecuación parabólica y trigonométrica en mi cabeza, cuando
le atino, a la bola todo ah acabado.
Veo como se proyecta rosando el piso.
«La he vuelto a cagar».
Como el tipo se proyecta hacia derecha, baja su largo brasear
pasto levantándose, la pelota girando, el guante cayendo.
GOL, el estadio enloquece, la tribuna se desborda.
La bastarda paso rosándole los dedos, entrando en la
portería.
En el camión saltamos, no por alegría, nos han envestido.
Sonrió en el suelo, han llegado.
Los disparos comienza, las puertas se rompen.
Alguien nos levanta en peso, a Luis y a mí.
Es Claudia.
—ÚSALOS PARA CORTAR LAS AMARRAS—.le grito a Luis, obtengo su
atención, mira como uso su cuerno para quebrar el cintillo plástico, ella se ríe.
Claudia leva su brazos hacia atrás aun sujetando a Luis, veo
con el rabillo del ojo como tira del cintillo, y libera sus piernas, hace los
mismo conmigo, le agradezco.
Comienzan a dispararnos, veo las aballas impactan sobre la
arena levantándola, Claudia comienza correr en zigzag estamos a doscientos
metros de la caravana.
Ellos abren fuego, quedamos entre un mar de balas, tropieza,
caemos.
Comienzo a arrastrarme, hasta llegar a Luis, sus ojos estar cerrados,
lo abofeteo con fuerza, hasta que reacciona.
—Mueve el culo, Luis, no pelamos tanto para salir de ese
maldito lugar, para morir así—.asiente.
Ayudamos a Claudia a ponerse de pies, es un poco más alta
que yo, me sorprende su fuerza.
Corremos, como si no hubiera un mañana, con las balas zumbándome
los odios.
Estamos a cien metros de ellos, no siento las apiernas sigo
corriendo.
Entonces escucho las balas que han dado con algo de lleno.
Luis se desmorona en el suelo.
Me freno, Claudia hace lo mismo.
Corremos hacia el para ponerlo de pie.
Claudia rompe la parte de debajo de su vestido, para hacer
torniquete sobre su brazo, la sangre busca otro camino y sale por lo agujeros
de su pecho.
—Vete paco—.dice escupiendo sangre.
—No te dejare morir—le reclamo, sujetando su mano, escucho pasos
acercándose, volteo a ver, son los que nos golpearon, vienen embravecidos.
Las balas logran frenar a uno, que cae como un saco de boxeo,
el resto baja la velocidad.
—Hazlo por Silvia—.su nombre es como un gatillo en mi mente,
que me centra, asiento, sujeto su mano hasta que sus ojos se apagan.
—Debemos irnos—.le digo fríamente a Claudia.
Asiente, no echamos a correr, me obligo a no mirar atrás.
Es fácil, cuando el aire a diez metros comienza a doblarse
sobre si distorsionándose y un portal emerge de él.
No pisan los talones.
—Claudia no legaremos hasta tu gente, debemos atravesar el
portal—.ella niega con la cabeza sin dejar de correr.
—Confía en mi joder, como yo confié en ti—.ella duda, el
momento es ahora si seguimos corriendo pasaremos del portal hacia una pared de
balas, pero finalmente asiente.
Saltamos
hacia el portal, esperando que la dimensión que no espera sea mejor, que está.
REDENCIÓN DE PACO
Paso mis manos atadas por mi barba crecida, el calor dentro
del camión es intenso, sumado al camino lleno de baches por el que vamos, hace
que todos estemos fatigados, pero ese es el menor de nuestro problemas, llevo
tres meses en esta miserable dimensión, aquí los humanos son tratados como
ganado, si Luis tienes razón hoy seremos hombre libres, si se equivoca
moriremos en el matadero.
Sea como sea debo seguir el plan.
Esta sentado frente a mí, sus ojos azules están inyectados
en sangre por la rabia y el sueño, como los míos, hemos pasado el último mes
ultimando los detalles de nuestro escape.
Al parecer no todos los eres pensantes de este planeta
estando acuerdo con la idea de comerse a los humanos.
«Como se llamaba»—.me golpeo el mentón, que pretendía
rascarme, por otro maldito bache—«Claudia», ella forma parte de un grupo
vegetariano.
La hemos visto un par de veces o al menos oído, siempre
aparece en la oscuridad de la noche, dejándonos comida o cobijas a través de los
barrotes.
Gracias a ella sobrevive en esa fría e horrible celda.
A nuestros captores lo único que les importa es la carne que
podamos darle, no si estamos vivos o muertos.
Acordamos y sinceramente espero que suceda.
Los segundos pasan y se vuelven minutos, comienzan a ponerme
nervioso, si no tuviera atado los pies, estaría caminando de una lado para el
otro por el angosto canal.
Muevo los ojos de un lado para el otro, por un segundo se cruzan
con los de paco, parece decirme:
“Tío, se supone que ya habrían venido, para sacarnos, así
que seguiremos con el plan de contingencia”
Asiento—que cuentas, moreno—.hago énfasis en la última
palabra nuestra señal para confirmar el plan secundario.
—aquí disfrutando del paseo, viejo—.está de acuerdo, ambos
asentimos.
—oye te he contado de esa bes, cuando era un crio, que jugué
para la selección de mi colegio—le digo como si fuera algo superfluo, pero en
realidad es parte del plan
—claro, que sí, cuando hiciste tremendo ridículo—.se ríe.
Espera un segundo, mientras yo me hago el resentido. —que
pasa, paco, te han mordido la lengua—.no es algo gracioso, pero la forma como
lo dice, logra que las demacradas caras formen una sonrisa, que se vuelve en
carcajadas.
Golpean desde adelante. —cállense o vamos haya y les callamos—.refunfuña
el tipo que conduce, le acompaña barios bufidos.
—ya no te cortes, atontado, cuenta que la gente está en
ansias—.me replica.
—vale, era una tarde de verano, hacía un calor agradable,
estábamos en las previas al partido—.cierro los ojos y por un segundo vuelvo a
ese lejano y seguro lugar.
El entrenador, un hombre viejo y gordo, nos explicaba las jugadas,
en su pizarra acrílica, en resumen que teníamos que meter goles y no deja que
no anotaran ninguna, estábamos en formación media luna, abrasando al compañero
de alado por encima de los hombros, para evitar que el rival viera lo que
pretendíamos
Como ahora, solo que hay estábamos jugando el campeonato,
aquí nuestra vidas.
—bueno muchacho, si cierran al volante derecho, le hacen un
pase invertido en cuarenta grados, al defensa derecha, este al central y
proyectan al arco contrario donde estará el delantero derecho, vale
Todos asentimos, no damos una palmada mutua en la espalda,
acompañada de un grito, para tomar fuerza, salimos en fila uno detrás de otro
sonando las zapatillas en las escalera que conducen al estadio.
Me quedo estático, frente a la enormidad de la cancha y la
gente gritando en tribunas, no sé si habrían tantas o era mi mente jugándome
una mala pasada, en fin que había harto ruido.
En este punto tengo la atención de todas las personas que
están con nosotros, pronto se distraen por el sonido metálico de las puertas
trasera abriéndose.
Entonces les veo, unos cinco tipos robustos y altos,
pasarían por humanos si les quitara los prominentes cuernos que tienen a los
lados de la cabeza por encima de los oídos que contrastan con sus ojos
encendidos por el amarillo y talvez la satisfacción de golpearnos.
No se contiene, las aptadas y golpes comienzan, veo impotente,
como una mujer es reducida al suelo, luego de recibir un derechazo, no contento
con eso el tipo comienza a golpear su vientre, hasta que deja de gritar y
comienza a escupir sangre.
Solo entonces la deja, veo como sus ojos se apagan, cuando
un hilo de sangre le baja por la mejilla hasta forma un pequeño charco en el suelo.
Ella está muerta.
Eso parece calmarles un poco, por qué ahora solo dan golpes.
Luis recibe un par, la sangre comienza acorrerle de la
brecha encima de la ceja y la comisura de los labios.
—quien estuvo hablando—.comienza a preguntar altaneramente, un
par de golpe después alguien habla, por entre los gritos de la gente: “paco ha
sido”, logro escuchar, antes de que me caiga una somanta.
Un derechazo me tumba al suelo, otro me da en un ojo, me
patean parecen disfrutar de mi gritos, siento como mis costillas se quiebran,
entonces se para.
—déjalo, necesitamos llevar al menos un par en buen estado o
nos descontaran—.habla alguien con vos profunda y gruesa.
—Solo estaba ablandando al viejo, no quiero que se rompan un
diente al masticarlo—.dice el bastardo.
Me levanta, como si fuera no pesara nada, y me pone de golpe
en el asiento.
—ahora te callas, viejo, o te lleva otra somanta—.me mira
fijamente.
Le escupo la sangre y saliva que llevo en la boca, le cae de
lleno.
Me llevo otro par de golpes, en el pecho, me quedo con otro
par de costillas rotas.
Cuando está a punto de seguir, el tipo que hablo antes le
llama la atención y se va.
La puerta se cierra con fuerza.
Toso la sangre que me queda en la boca y levanto la vista,
el parpado empieza a inflamarse dejándome con un ojo sano, el dolor en el pecho
me distrae, respiro con algo de dificultad.
Veo el cuadro frente a mi hay por lo menos cuatro muertos y
resto estamos malheridos.
Pero a pesar de dolor sonrió, ya he ganado tiempo, para que
ellos vengan.
Luis, también lo hace y noto que le han tirado un par de dientes,
no parece notarlo, pero de seguro lo siente.
—que pasa, por qué te callas viejo—.dice reprochándome y
manteniendo su mirada fija en la mía, asiento, sé que necesitamos ganar más
tiempo.
—pues eso, que estaba ahí todo atontado y que viene le resto
del equipo y me pasa por delante, me levanto sacudiéndome el polvo y las marcas de zapato sobre la ropa, sigo corriendo como si nada
Era joven, aun no me legaban lo achaques de la vejes, rio.
—que risas se habrán soltado, al verte así—.me dice una
mujer en la fila del frente, que se frota los brazos, para disminuir los
moretones que empiezan a formarse en su piel, sin dejar de sonreírme.
Le devuelvo la sonrisa.
—pues fíjate que sí, todo el equipo se rio, incluyéndome, pero
nos callamos cuando vimos el equipo rival, eran bajos y anchos, como una lata
de leche puesta de lado
Hay estamos enfrentados, expectante de que sonara el silbato
para comenzar el partido «la guerra»
El tiempo se desacelero, podía ver sus bocas moverse para maldecirnos,
mientras el árbitro se llevaba el pito a los labios.
Corrimos apenas sonó.
El volante buscaba llegar hasta el arco rival, los demás
buscábamos cualquier espacio para colarnos y adelantar posiciones.
Los minutos pasaban y los lesionados comenzaban a amontonarse,
igual que las tarjetas amarillas, ellos tenían la ventaja de cambiar de jugar
odres, nosotros no.
Estaba corriendo y alguien puso la pierna, rodé y trague un
poco de pasto en el proceso, cuando me senté el mundo me daba vueltas, cuándo se
detuvo note los rapones en la rodilla, me levante y seguí jugando.
El primer tiempo había terminado eh íbamos dos a favor y uno
en contra.
El entrando se nos acercó, cuando descansábamos, algunos
aprovechaban para tomar agua como yo, otros para curarse las heridas o bromear.
—estamos bien muchacho, llevamos la ventaja ahora solo
debemos mantenerla—.todos asentimos.
—tomaremos un posición defensiva; los defensas se mantendrán
firmes, los volantes buscarán desviar la pelota hacia el campo contrario y si
hay la oportunidad adelantaran terreno, los delanteros mantendrá el ataque agresivo
a la portería rival.
Soltamos un grito, mientras volvemos a subir.
El árbitro pita, comienza el segundo tiempo.
Eh notado que el camión, ahora solo se bambolea un poco en vez
de que vayamos saltando por lo baches, parece que han reducido la velocidad, a lo
mejor le esta gustando mi historia, entonces debo seguir.
«Espero que lleguen pronto, porque estoy por acabar»,mirando
a un punto indeterminado en el camino de metal.
Faltaban diez minutos y aviamos logrado mantener la ventaja.
Entonces dos adversarios se me acercan a velocidad, intento frenarme,
pero es tarde me dan de lleno, el mundo me da vueltas la adrenalina me hace seguir,
me pongo de pie como puedo y les robo la pelota.
Comienzo a partir uno y a otro, los paso a todos, los de mi
equipo comienzan a correr a mi lado, seguro para que les haga un pase y así
quedarse con la gloria.
Me centro solo en mis pies que toca el balón, mientras me
acerco a la portería, lanzo con todas mi fuerzas, destrozando el pasto bajo mis
pies.
Levanto la mirada para ver mi triunfo.
Veo mi estupidez.
Había hecho un gol, sí, pero es nuestra portería.
El camión estalla en risas, les sigo, «es que en verdad era
atontado».
Escucho un par de bufido y risas ronca de adelante, también
les a echo gracia.
A los que no le hiso gracia, fue a la hinchada que comenzó abuchear.
Mi equipo me lanzo una mirada asesina colectiva, aún
recuerdo sentir el peso sobre mí, como si fueran proyectiles y yo el blanco.
«Paco la has cagado, pero puedes recuperarte en los penales».
Le ruego al entrenador, para que me ponga en el grupo de penales,
le logro convencer, hay estoy entre lo cinco que vamos a definir el partido.
El primero es fallo.
El segundo entra en la portería, de lleno, el arquero se lanza
a la derecha como idiota.
Así pasan hasta que quedo solo yo y el adversario, que me
mira con superioridad.
—IZI PICI TU VIEJA EN BICI—.le grito, se me quiere venir encima
y yo no me corto, pero el árbitro nos para.
—vuelven a hacer eso y le mando roja para los dos—.nos
increpa.
Volvemos a nuestros lugares.
Con cada paso siento el peso, la adrenalina y la tensión
subiendo.
Es mi turno estoy frente al arco, el tipo es gigante casi
rosa el marco metálico.
Una ecuación parabólica y trigonométrica en mi cabeza, cuando
le atino, a la bola todo ah acabado.
Veo como se proyecta rosando el piso.
«La he vuelto a cagar».
Como el tipo se proyecta hacia derecha, baja su largo brasear
pasto levantándose, la pelota girando, el guante cayendo.
GOL, el estadio enloquece, la tribuna se desborda.
La bastarda paso rosándole los dedos, entrando en la
portería.
En el camión saltamos, no por alegría, nos han envestido.
Sonrió en el suelo, han llegado.
Los disparos comienza, las puertas se rompen.
Alguien nos levanta en peso, a Luis y a mí.
Es Claudia.
—ÚSALOS PARA CORTAR LAS AMARRAS—.le grito a Luis, obtengo su
atención, mira como uso su cuerno para quebrar el cintillo plástico, ella se ríe.
Claudia leva su brazos hacia atrás aun sujetando a Luis, veo
con el rabillo del ojo como tira del cintillo, y libera sus piernas, hace los
mismo conmigo, le agradezco.
Comienzan a dispararnos, veo las aballas impactan sobre la
arena levantándola, Claudia comienza correr en zigzag estamos a doscientos
metros de la caravana.
Ellos abren fuego, quedamos entre un mar de balas, tropieza,
caemos.
Comienzo a arrastrarme, hasta llegar a Luis, sus ojos estar cerrados,
lo abofeteo con fuerza, hasta que reacciona.
—Mueve el culo, Luis, no pelamos tanto para salir de ese
maldito lugar, para morir así—.asiente.
Ayudamos a Claudia a ponerse de pies, es un poco más alta
que yo, me sorprende su fuerza.
Corremos, como si no hubiera un mañana, con las balas zumbándome
los odios.
Estamos a cien metros de ellos, no siento las apiernas sigo
corriendo.
Entonces escucho las balas que han dado con algo de lleno.
Luis se desmorona en el suelo.
Me freno, Claudia hace lo mismo.
Corremos hacia el para ponerlo de pie.
Claudia rompe la parte de debajo de su vestido, para hacer
torniquete sobre su brazo, la sangre busca otro camino y sale por lo agujeros
de su pecho.
—Vete paco—.dice escupiendo sangre.
—No te dejare morir—le reclamo, sujetando su mano, escucho pasos
acercándose, volteo a ver, son los que nos golpearon, vienen embravecidos.
Las balas logran frenar a uno, que cae como un saco de boxeo,
el resto baja la velocidad.
—Hazlo por Silvia—.su nombre es como un gatillo en mi mente,
que me centra, asiento, sujeto su mano hasta que sus ojos se apagan.
—Debemos irnos—.le digo fríamente a Claudia.
Asiente, no echamos a correr, me obligo a no mirar atrás.
Es fácil, cuando el aire a diez metros comienza a doblarse
sobre si distorsionándose y un portal emerge de él.
No pisan los talones.
—Claudia no legaremos hasta tu gente, debemos atravesar el
portal—.ella niega con la cabeza sin dejar de correr.
—Confía en mi joder, como yo confié en ti—.ella duda, el
momento es ahora si seguimos corriendo pasaremos del portal hacia una pared de
balas, pero finalmente asiente.
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