CAPITULO TRES: CORRE
O SERÁ ABURRIDO.
CAPITULO TRES: CORRE O SERÁ ABURRIDO. |
CAPITULO TRES: CORRE O SERÁ
ABURRIDO.
Me refriego los ojos y bostezo, mis brazos hacer crujir
levemente el vidrio, de la mesa en la que me apoyo, la silla plástica con
degradados de azul me saluda vacía, el par de la mía, pero no está contra el
borde metálico del mueble que reflecta un poco del amarillento foco que baña el
resto de inmobiliario y la personas en estos, casi dándole un peso a las conversaciones,
sino alejada—. « ¿Espero a alguien?».
Hay un dulzor en el aire, talvez de lo que estén comiendo,
mis dedos chocan contra una superficie plana, bajo la mirada es un menú,
“Marmosete B.” reza en letras rojas y delineadas “helados para morirse”, arqueo
la cejas creo que exageraron con la publicidad, debajo de estas hay imágenes de
postres, en su mayoría bolas de helados, lo que falta son los precios
Pasos se acercan, solapados por el ruido de fondo, que no
logro identificar, los más parecido que se me ocurre es la bocina de un auto
sostenida y disminuida.
Un leve bufido—si querías ordenar algo más, me lo hubieras
dicho antes de levantarme—.reconozco la vos, me giro con algo de brusquedad,
sus ojos caramelos están clavado en mi con la cejas rectas hacia abajo, como la
última vez que regaño a Amanda, un ligero temblor me recorre la columna, en
parte por su mirada y en otra por no recordar porque ella está aquí.
—bueno, no debería enojarme contigo después de todo no eres
la estúpida que se tardó treinta minutos para atendernos—.arqueo la cejas—. «
¿Atendernos? ¿A ambos?—.sus cejas se relajan y ladeo la cara por un segundo, la
tensión me hace devolverla a su posición original.
No parece notarlo y sigue avanzando, se sienta con delicadeza
y el chirrido del metal deslizándose por el vidrio rompe por un instante su careta
seria, enseguida cesa el ruido, la mirada profunda regresa, la cucharitas se
sacuden haciendo titilar la superficie, las copas transluce el graso contenido con
saborizantes y de colores chillones—. «Espero que sepa bien»—.me encojo de
hombros.
Proyecto con lentitud mi brazo hacia una de los recipientes,
como si esperara que me detuviese en cualquier punto del trayecto, pero solo
siento el frio subiéndome por la yema de los dedos y extendiéndose a través del
resto de articulaciones de mi mano, que retraigo y dejo la copa, mis dedos
juguetean en el borde metálico en parte para recuperar temperatura, pero más
por ver sus dedos golpeando contra la barbilla como si esperase a decirme algo.
—se te olvido esto—.el metálico utensilio parece más
brillante en su pálida mano, que da un tono azulino a la venas debajo de esta,
que se pierden en su brazalete oscuro, la tomo y levanto la vista sus mirada
fija en un punto indeterminado detrás de mí, sus labios curvados en una pequeña
sonrisa—.«Es extraño verla así».
Su cabello medianamente tensado hacia atrás y arriba en una
coleta que baja por un lado de sus hombros bordeando su cuello, hasta descender
por la blusa blanca que lleva, que se interrumpe en un segunda capa de tela
recubriendo el resto de sus brazos en morado.
Uno siendo distorsionado levemente por la superficie vidriosa,
reposa sobre su falda opaca pero no tan oscura como su cabello—. «Me resulta familiar,
como si hubiese visto ese conjunto antes».
—sabes fue amable de tu parte invitarme a este lugar—.su
mano baja hacia la sustancia condensada, que despide un leve aroma a frutilla,
acompañando a su rosa esencia, cuando la
cucharita arranca un porción de su ser.
El espeso liquido rojo, gotea, hacia su desmedrado dueño,
que comienza a escurrir más de esta mermelada, su sonrisa se difumina en una línea,
de su labios al apretujarse—.después de todo era lo mínimo que podrías aser—.se
proyecta hacia mi como un diminuto cuchillo, su contenido se mantiene firme.
— ¿Por qué saliste corriendo?—.Suelta antes de que regrese y
se pierda en su boca.
La cuchara de postre esta apretujada entre sus labios,
subiendo y bajando con lago de ritmo como esperando un respuesta—. « Busco algo
que contestar que no me haga parecer como un idiota, después de todo aun si no
recuerdo haberla invitado a un lugar que no sabía que existía hasta que leí el
nombre en el menú, no quiero arruinarlo con ella, ahora».
Trato de pensar en eso enfocándome en el par de cabezas que
se mueven en la mesa siguiente, sus manos que finalizan en pequeños puntos
coloreados, se mueven acompañadas de risas, ambas mujeres, un de espaldas a mí
y la otra de lado charlan o eso parece, porque las palabras brotan en
discrepancia con el movimiento de sus labios, como si se tradujese en
simultaneo de forma incorrecta, las
risas fluyen de nuevo pero esta vez sus labios permanecen cerrados.
Me giro, cuando el pitido vuelve a golpearme ahora más
cercano mezclándose con su respiración pesada, evitando los empequeñecidos ojos
de Selene, las risas se suman como un eco de bocas abiertas cuya existencia se
desdibuja en la fina línea de cada rostro, que agitan sus brazos con brusquedad.
Ya sin parecer una respuesta
a un comentario gracioso sino como si alguien pasase electricidad por
cables invisibles sujetados al aire que se ha tornado espeso, inyectados a sus músculos para que lograsen movimientos
bruscos como espasmos similares a una convulsión, algunas manos se estrellan
contra las mesas y repiten como una maldita melodía.
Siento como frías barritas acoplándose a mi piel, me giro y
sus enormes ojos caramelos, se quedan prendados en mi—.cálmate—.recita en un
tono que va en contra de cómo luce ahora—.necesitas un postre vamos pide algo,
yo lo pago—.señala con la mano libre hacia abajo, pero mi mirar se queda quieto,
en la nube de vapor que expulsa de su nariz, a pesar de que el lugar no esta
frio.
Sus uñas comienza a rasgarme la carne, un grito quiere
emanara de mi garganta, pero solo con fuerza rio.
—así está mejor—.su rostro se ladea con brusquedad dándole
un aire extraño a la enorme sonrisa que se despliega en su cara, aunque parece doloroso,
no lo demuestra, las garritas se han detenido y se retraen, clavándose más en
la viscosidad.
—mira allí viene nuestra mesera—.siento las uñas descender,
hacia las fibras tensadas, giro la cabeza esperando que eso la haga detenerse.
Con la visión borrosa por las lágrimas que empieza a
emerger, distingo la falda negra ondea con suavidad por debajo de sus rodillas
igual que el delantal blanco sobre esta, ascendiendo hasta perderse detrás de
su cuello, como un franja por el vestido de manga largas, una que se mueve sosteniendo
un charola con la palma extendida, el azul de su cabello con pinceladas de otro
se agita con los paso rápidos—. « ¿Qué está sucediendo?».
Pero solo se hunde y mi cuerpo atina a reírse—. «Si salgo
corriendo talvez me desgarre parte del brazo por la profundidad que ah alcanzando,
extrañamente las risas intensificada los demuestra».
—disculpe señorita Selene, la casa quiere darle un postre
gratis que elige—.suelta con una gran sonrisa, Sofía, otro par de carcajadas acompañan
la húmeda desprendimiento de sus articulaciones, dejando mi brazo.
Espero a que comience a brotar la sangre, a través de la
visión aclarada cuando la lagrimas se secan, respiro con fuerza, algo comienza
a rectar por el interior de mi venas, es rojizo pero mucho más espeso que el
plasma, parece mermelada, tapujando las heridas—. «Esto no está
pasando»—.cierro los ojos esperando, que al sumergirme en la negrura, al
abrirlo todo se halla ido.
La risas comienza a decaer, como si se perdieran en el pitido,
el líquido deja de bombear y con ello de arañarme por dentro las venas—.oh, vamos
Daniel, no te duermas ahora, pide tu postre—.abro los ojos de golpe y siguen
allí—.vamos no te duermas aun y mira el menú.
Su cabeza se apoya sobre sus palmas abiertas, esperándolo,
sin saber que más hacer siento y bajo de apoco la mirada sin saber que encontrare,
en el rectángulo de cartón enmicado.
Las esferas ya no son de colores, solo blanquecinas
salpicadas por la finas venas, perteneciente a ojos que flotan en una sustancia
indeterminada, siento algo escurriendo por mi dedos, viene del título que ahora
reza “Teme Sombra” como un juego infernal con las letras anteriores.
La palma cae con una fuerza impresionante sobre la mesa que
se agrieta—.te demoras mucho, ¿puedo elegir yo?—.escupe tranquila, sus ojos se
ladean hacia Sofía que nos mira tranquila y los labios curvados como si todo
esto fuese normal para ella o incluso lo disfrutase.
Ella asiente y su mano desaparece en la delgada superficie,
hasta que solo queda la parte superior de su codo a la vista—.buena
elección—.completa y la barra de madera empieza a emerger de la insondable lámina
metálica.
El bate resuena sobre la mesa que se escucha astillar,
cuando la palma cubierta de mi sangre, se cierra sobre el mango, Selene
sonríe—.corre o será aburrido.
La silla golpea el suelo y yo estoy lejos por la adrenalina
cuando lo hace, las cabezas arremeten el vidrio y comienza a chorrear por las
abertura en su piel tornasolando las superficies y dándole una asquerosa capa
de reflexión, algo se astilla detrás de mí—. ¿el vidrio?—. Como un tambor de locura,
una tras otra paso las filas, pero la puertecilla de madera sigue a un par de metros,
el pitido aumenta, como si el auto estuviese próximo.
Sus dedos se aferran a la tela de mi camisa y comienza a halarme.
Freno y me impulso hacia la derecha, mi brazo recibe el
golpe al caer sobre la acera, pero no hay tiempo frente a mí Selene observa al
otra lado de la valla, con la cabeza ladeada hasta tocar uno de su hombro
extrañada, como si esperase que siguiese corriendo hacia adelante—.vaya, esto
es divertido—.se mueve meneando los hombros, el sonido seco del arma cayendo
sobre el concreto, en un eco sordo—.y tú que no quería jugar—.explica con
lentitud.
Sus labios se mueven y el bate cambia de mano, sus pálidos
dedos cubiertos en el viscoso liquido de mis heridas, se sumerge en esto y ella
se regodea como si probase algo dulce en ves del sabor metálico que llevaría en
un día normal, pero esto dista mucho de serlo, están húmedos y limpios,
sujetando nuevamente el bate.
Mis manos rectan hacia atrás tomando impulso para
levantarme, siento el líquido bajar por la muñeca, pero esta frio, de apoco la
presión sobre mis brazos aumentan y el peso desciende sobre mí.
Con lentitud volteo el rostro, para ver la brumosa existencia
condensarse, los morados ojos saludándome enormes acoplando la filuda sonrisa.
Las risas lenta y malvada llegan a mí mezclándose con el
pitido, Sofía descansa con una extraña expresión de felicidad sobre los hombros
de Selene, que convulsionan en una enferma carcajada, su rostro se tuerce en
una sonrisa y se despide hacia atrás, la coleta se retuerce.
Pronto las siluetas desdibujadas en sangre se les unen y
como una moribunda tribuna me observa, algunos con vidrios incrustados en su
rostro, las venas se atan al ojo sosteniéndolo de zafarse de su ser, que ha
huido de la cuenca vacía, aparto la mirada de ello.
El cielo se ha tornado en un enfermizo naranja, precediendo
al sol cayendo, me hala hacia atrás como si ya no fuese solo una sombra, sino
que tuviese presencia, pero esta vez no puedo lanzarme al vacío a través de las
puertas—.no te resistas Daniel—.suelta el coro escalofriante—.únete a la
ceremonia—.terminan a la vez y ríen con locura, como si el aire no escapase de
sus pulmones.
Me retuerzo, pateando el aire denso, recubierta de una capa
grisácea—. ¿Qué quieres de mí?—.pido y siento algo encenderse en mi interior,
distinto a la adrenalina que comienza a apagarse, quemándome los órganos.
—jugar Daniel, Únete—.dice con lentitud y precisión, el
hedor a chocolate pútrido y naranjas perdidas me llega del oscuro interior de
su boca.
Una gomosa niebla brota de esta como lenguas de brea,
rectando hacia mí pesadamente por la gravedad.
El aire se agolpa en mis pulmones, rompiendo el sello de mis
labios, esperando que funcione—.BASTA—.la ondas de choque se disparan hacia afuera,
haciendo retroceder el negruzco líquido, alejándole en el proceso, mi grito y
los suyos mesclados, fundiéndose con el pitido acelerado, taladrándome los
oídos, cierro los ojos.
—“nuevo video de Sofía D. disponible”.
Respiro con fuerza, siento el frio concreto golpeando mi
espalda, plástico y sudor mesclado en el aire entrándome a los pulmones, la
sabana ajustada a mi cara, agito lo brazos para librarme, corro sin bajarlos,
hasta que la oscuridad se va, con el chasquido del interruptor.
Nuevos los ojos de lado a lado sin esperar a que se
acostumbre viendo borroso, buscando a alguien más estoy solo, el pitido del
móvil se detiene, suspiro.
De inmediato bajo la mirada a mis brazos, pasando las manos
por eso para cerciorarme de que están sanos, los dedos pasan de largo sin
toparse con algún agujero de una herida abierta—. «Solo fue un sueño, cálmate Daniel,
debe ser por el estrés»—.me suelto esperando que esa solución me tranquilice, casi
lo consigue, de no ser por un último regusto que se resiste a irse.
Doy un saltito cuando las cortinas se sacuden con fuerza,
como si algo estuviese a punto de salir de ella, me acerca lentamente, con mano
temblorosa retraigo el rectángulo de tela, dejándome ver el edificio
departamental en frente, tenuemente iluminado por las farolas que luchan por
quitarle terreno a la oscuridad de la noche, junto a la pocas estrellas que
titilan en el espacio sobre el edificio de diez plantas.
Respiro con calma, cerrando una ventana que no recuerdo
haber abierto—. “Nuevo mensaje recibido de Diseñadora Saori”—.hace eco la
asistente.
Camino con lentitud hacia el móvil que descansa cerca de los
pies de mi cama, revuelta por el pequeño episodio que acabo de tener, deslizo
mi dedo por la pantalla que se ilumina, entrecierro los ojos que aún no se
acostumbra al cambio repentino.
“Intente comunicarme contigo desde hace una hora,
posiblemente estés ocupado, a lo que voy es que ya termine y envié las
miniaturas que me pediste para tu canal.
Sobre eso me disculpo por el retraso, en compensación te eh
echo una rebaja del cinco por ciento sobre el valor total, por lo que ahora
tienes un saldo de dos dólares para tu próximo encargo.
Espero poder hacer más trabajo para ti Daniel.”
Suelto móvil después de ver la hora tres con treinta y tres minutos de la madrugada, este es acolchado por la superficie de la que acabo de levantarme y con ambas manos me peino el cabello hacia atrás, restriego los ojos y bostezo, yendo hacia el folder con la información de Morana Show.
Suelto móvil después de ver la hora tres con treinta y tres minutos de la madrugada, este es acolchado por la superficie de la que acabo de levantarme y con ambas manos me peino el cabello hacia atrás, restriego los ojos y bostezo, yendo hacia el folder con la información de Morana Show.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
HOLA;RECUERDA:comentar siempre con respeto y compostura;así estaré encantado de leerte :)