17 de mayo de 2017

MORANA SHOW;CAPITULO DOS: SÍ, LADY S.

CAPITULO DOS: SÍ, LADY S.


CAPITULO DOS: SÍ, LADY S.

CAPITULO DOS: SÍ, LADY S.


El libro lleno de signos que por sí solos serían algo más parecido a garabatos, pero al estar puestos en fila, dan la sensación de que casi emergiese una lengua incompresible para mí, con sabor a arena del desierto, escrita en rugosos papiros, cubierto por el pasar de innumerables ventiscas, esta medio abierto cerca suyo, siento el frio del cemento subiendo por mi palma extendida, a través del brazo que se tensa, levanto la mirada de a poco.

Se apoya sobre sus rodillas cubiertas por una larga falda con pliegues de tela negra matizada en azul por la luces del subterráneo, cortada por la remera carmesí que contrasta con la oscuridad que desciende como un puente de cabello liso reguardando su rostro hasta casi tocar el suelo blanco, sus pálidos brazos se proyectan en Angulo, uno se apoya como yo, que deja entre ver sus venas, hasta que se pierden en el grueso brazalete oscuro, como si su mano cerrada en un puño se separase del resto del brazo y solo estuviese unida por este.

Un ligero golpe hace que la tapa se muestre, un rectángulo en rojo como si estuviese a punto de emanar alguna clase de líquido viscoso del prieto cuero veteado, su interior dividido perfectamente en dos y de cada punta en Angulo emergen dos líneas a modo de equis, no reconozco si es un símbolo o solo una decoración, pero me inclino a lo primero.

—lo siento, yo estaba…—.mi ojos se mueven de un lado a otro «momento, no puedo decir que estaba huyendo de algo que ni siquiera se si paso o peor si fue real»—.asiento  pequeñamente para mí—….estaba distraído.

Su brazo termina de moverse hacia el centro de su tronco sujetando el libro, del que se desprende una delgada tira con agujeros degastados del otro lado emerge un broche sin mucho brillo, acompañando al aire de misterio y antiguo.

Como agujas, moviendo las negras hebras de su pelo, los dedos comienza a halar con suavidad hasta dejar ver primero su labios que se mueven, pero son sus ojos, sus caramelos ojos los que me distraen de saber en qué idioma me estará hablando, normalmente en español o al menos era así cuando usaba dos coletas y su ropa era colorida, rayando en lo fosforescente.

Cuando éramos pequeños, el cítrico olor de otoño, las moribundas hojas bajos nuestro descalzo pies moviéndose en torbellinos diminutos de roja y naranja estela por la velocidad de nuestro andar, cuando éramos amigos.

—Pedazo de idiota, fíjate por donde andas—.su mano se proyecta para terminar de liberar el otro ojo de la prisión de cabello, sus cejas se arquean, sus labios se cierran de golpe como si lo anterior hubiese sido una arremetida de palabras que salieron antes de tiempo—.Daniel—.ladea la cabeza, un mechón de cabello se curva por el movimiento ligeramente pero sigue contenido por su oreja, abrasando al libro contra la plana línea de su estómago.

—vaya, pero mira esas ojeras—.el dedo se yergue hacia mí, la respiración se acelera—. «Debe ser por lo que acabo de pasar en el vagón de subterráneo»—.un pequeña sonrisa se empieza a formar a la vez que sus cejas decaen.

Asiento torpemente, mi brazo se despide del suelo, mis piernas se tensan y ponen en automático, hasta que le dejo atrás.


Me seco las gotas de fría agua con el brazo menos tembloroso, atrás de mí el pasillo hierve en conversaciones, una multiplicación de las del baño de hombres del que acabo de salir y las que se filtraban del otro lado, las escamas oxidadas, como sangre reseca se desprende cuando mis dedos termina de abrir mi casillero

Me toma unos segundo encontrar el cuaderno de hoy, entre el desorden de su interior—. «Como algo tan pequeño puede estar tan revuelto»—.la piel se hunde en los fríos espirales, sostengo el cuaderno entre mis dedos, el móvil vibra recordándome que debo ir al salón doscientos uno, de un golpe cierro y oigo el metal crujir.


Algunos se voltean cuando entro, por suerte regresan a sus conversaciones, la silla de acero con el respaldo entrelazado en el mismo material y la mesa plastificada frente a esta, en la esquina de la habitación está desocupada, la docente aún no ha llegado, al igual que la banca vacía donde suele sentarse.

Al caminar por el corredor me detengo unos segundos—. «Debería sentarme con ella»—.niego con la cabeza—.sigo avanzando hacia la fila anterior, un chico pelirrojo me echa una mirada con sus verdes ojos y se la devuelvo, la mantengo hasta que se aparta hacia la izquierda, dejándome el espacio libre, juntándose con la chica de mechas moradas amarradas en coletas.

Un ligero temblor me recorre por lo que acaba de pasar, respiro hondo, siento el extraño sabor a menta seca que produce el aire acondicionado que ronronea al fondo de la habitación.

Caigo con algo de fuerza, golpeándome la espada contra el respaldar de plástico, la tela ayuda en algo, nuestra fila se tambalea un poco, pero se estabiliza con el peso combinado—.entonces harás el video—.dice escueta proyectando su rostro hacia mí, vacilo en responder, pero sus azules ojos siguen clavados en mí, como si el chico entre nosotros fuese lo único que evita que se sujeten en mi piel.  

—oh, vamos Daniel, ya termino la encuesta—.continua como si me conociese desde hace mucho, talvez nos hayamos visto al cruzarnos por los corredores o en un salón, como ahora, pero no recuerdo haber conversado con ella—. «Entonces como sabe de la encuesta»—.atino a asentir con lentitud sin saber bien.

—Nuevo video de Daniel Exploraciones Y Misterios—.suelta montamente la asistente, a la par que su espalda vuelve a enderezarse, segundo después regresa, junto con su mano de la que solo se ven las puntas de los dedos que sostienen el móvil, reconozco las líneas angulares y tonos naranjas, es la portada que mande a hacer para mi canal de YouTube.

—sigo tu canal desde hace un par de meses me encanta tu contenido—.dice cuando su mano ha vuelto a ocultarse y su mirada ahora menos expresiva, por  mi parte un sonrisa empieza a formarse, después de todo cuan a menudo le dicen eso a un YouTuber, talvez muchas en la mayoría de casos, para mí puedo contarlas con una mano.

—Entonces hablaras de Morana show—.asiento, una sonrisa extraña se dibuja en su rostro—. «Venga ya, mírate el video»—.sacudo la cabeza, estos es raro para mí—.así es el jueves dieciocho de mayo—.toso por el aire que comienza a descender en temperatura, a pesar de que el salón luce casi lleno.

—Jhonas puedes irte a otra banca—.suelta con amabilidad y el chico pelirrojo bufa—. «Ese debe ser su nombre» —.creo que no fui clara—.arrastra las palabras—.lárgate o informare a nuestra superiora—.enfatiza la parte final—. « ¿Superiora?, ¿Superiora de qué?»—.antes de que pueda ladear la cabeza, el tipo agacha la mirada y un mechón de pelo zanahoria le baja por la cara, toma impulso con ambos brazos y se pone de pie, hago lo mismo antes de ser empujado por él, cuando llego al final y me hago a un lado, lo veo caminar hacia atrás.

Después de un par de chirridos de las piernas extendiéndose sobre la línea de acero para evitar que se siente, una persona se mueve hacia un lado, dejándole pasar.

—ven siéntate Daniel—.señala con la gris manga larga de su camiseta que contornea su largo brazo, desprendiéndose del centro blanco con cuello en uve, la mayor parte de sus coletas rosan sus hombros y los últimos mechones se detienen a un par de centímetros por debajo de estos, dejando libre sus dedos, que juguetean al final, proyectándose de la tela tensada por la parte carnosa de su palma, en una especie de saludo, lo hago.

—Amanda D., puedes llamarme—.sus dedos se juntan y proyectan hacia mí, la devuelvo el gesto sintiendo la calidez de sus articulaciones.

— ¿Amanda D.?—.digo antes de poder evitarlo, remarcando la última letra con la punta de la lengua, su mano se aparta, las terminaciones se chocan por la brusquedad, bajo el brazo sintiendo los anillos metálicos.

Sus labios comienzan a moverse, pero se para, por otro lado su mano se proyecta señalando hacia adelante, lo que apoya a mi cuerpo a volverse a girar hasta quedar recto, un ligero eco, proveniente de los zapatos de taco, la falda bien planchada cubre hasta por debajo de las rodillas de sus torneadas piernas, dándole apoyo a la gruesa sección superior de su cuerpo.

Las mangas del chaleco remangadas, contrasta con el tronco ceñido que se ajusta a la rectangular área, sobre esta descansa una papada disimulada torpemente por un fuerte maquillaje y sombras para sus ojos oscuros, un poco menos que su cabello finamente recogido en una media esfera.

Camina con firmeza hasta la silla de acero, sobre la que se deja cae con delicadeza.

—Jhon, podría cerrar la puerta la hora de ingreso a finalizado—.dice tranquila a un punto indeterminado, se escuchan un rechinar y pasos acercándose, pertenecen al pelirrojo que acaba de pasar veloz a mi lado, dejando que los mechones salten sobre su frente como algodón desparramado, la entrada comienza a estrecharse a medida que hala con las manos y los pies algo tensos en el suelo lustrado.

Una mano aparece y luego el resto del brazo con la palma extendida, la pálida piel contrasta con el verde fuerte de la puerta—.EH; detente Jhonas—.increpa Selene que acaba de asomar la cabeza, luego de forzar la puerta hacia adentro empujando de paso al chico, que aun mantiene ambas manos sobre el borde de la entrada, cuando logra hacerse espacio, el tipo se queda quieto—. «Por la sorpresa supongo».

Una tos seca escapa de su gruesa garganta, por la que termina pareciendo al gorgoteo de un pavo, me llevó la palma a la boca para ahogar las risas por la imagen que termina de formarse en mi cabeza, sintiendo el aire escapar entre mis dedos—.señorita Selene, le estaba pidiendo a su compañero que serrase el aula para que las clases iniciaran—.se acomoda lo lentes ovalados con una mano y la otra deja caer sin tanta suavidad a un rectángulo algo marrón, que triplica a su palma.

—pero aun no serró, así que técnicamente, estoy en hora—.contesta con rapidez, sin darle espacio a que replique, su falda ondea suavemente, termina de meter el cuerpo, los murmullos comienza a subir como una olla a presión, su caramelos ojos se giran para vernos—.presumida—.escucho apenas de la chica a mi lado, asiente levemente, su mano vacía se contornean hacia adelante, la otra más lenta por el peso de un cuaderno celeste le sigue—. « ¿Qué sucedió con el de cuero?»—.en un paso curioso, que sigue a otro, mientras la profesora aun en silencio, le escolta con la mirada.

Durante un segundo nuestras miradas vuelven a cruzarse, por suerte se desvía hacia mi izquierda y se queda hay de pie al lado del marco de la fila, como si esperara algo—. «Talvez Deva disculparme»—.vea por donde lo vea fue patético haber salido corriendo de ella y me siento igual, teniéndola tan cerca, como si las lenguas del frio liquido me empapasen la parte superior del cuerpo descendiendo desde un balde invisible sobre mi hasta perderse en mi jean—«debe ser el aire acondicionado».

La puerta produce un eco sordo al ser cerrado, que se pierden en los pasos arrastrados de Jhonas, por entre el cabello rojizo sus ojos parecen encenderse por un instante y vuelven a extinguirse cuando sus miradas se separan.

—no sabía que estabas afuera—.logra decir alargando las palabras, deteniéndose detrás de mí.

—ya lo hablaremos en la reunión—.sus cejas se arquean un poco y una nube de vapor escapa de su boca, perdiéndose a centímetros de su rostro, sacude despacio el brazalete por su muñeca, se intensifica levemente a lo largo del brazo, como si tratase de contener algo.

Los pasos siguen alejándose, como los murmullos, mira fijamente en la dirección en la que el chico anda, hasta que se sienta, dándome la espalda.

— ¿vas a estar ocupado?—. Con el torso ligeramente volteado y sus palmas extendidas dándole apoyo a su rostro, hacen parecer que sus ojos azules son más grandes, se quedan fijos cerca de mí, un ligero temblor me recorre la columna—. « ¿Me agobia?».

Me golpeo el mentón, llenando su silencio y el de lugar, junto con el golpeteo de los tacos al caminar—. «Aun si quisiera no podría decirle que sí, entre la escuela y el canal de YouTube, talvez sino durmiese, podría aceptar».

—no, yo estoy algo ocupado en este momento, tal vez luego—.suelto con monotonía solo me falto agregar, “el número que marco no está disponible, vuelva a intentarlo más tarde”, su sonrisa se desdibuja y los parpados caen un poco, asiente débilmente y aparta la cara, regresando su tronco extendido hacia la izquierda.

Los paso se han detenido, en medio de mi visión esta Selene que luce espectral por su larga cabellera lisa, que se mescla con el rojo de su remera, a su lado y frente a mi esta la docente empezando a escribir formulas en la pizarra acrílica, que ahora solo parecen signos que no lograría entender por separado, a pesar de saber que después tendrán sentido, en parte por eso la sección teorías de mi canal en tan visitada—. «Ayudan las miniaturas que encargo, espero poder seguir pagándolas»—. La mayoría por tipos obsesionados con las cosas post apocalípticas, pero por ahora son la viga de soporte de Daniel Exploraciones Y Misterios.

Otra razón por la que tengo que lograr sacar los videos y esperar que Sofía D. no se los acredite.

—si dos por equis elevado al exponente dos…—.dice a media lengua, mordisqueando el lápiz entre sus labios  —…sumando de equis al cubo—.el golpeteo acompañado de sus pálidos dedos entresacando su cabello.

—resto de ocho multiplicando a equis con elevación cuadrática—.continua con lentitud y bajando el tono, como sus dedo se espacian por la oscura cascada, sujetando el cilindro algo resbaloso por la saliva, chocando contra la hoja de su cuaderno, vuelvo a mirar al pizarrón con la ecuación terminada, dándome unos segundos para comprenderla, antes de escribirla.

Sus manos han dejado el cabello y ahora se mueven en círculos que terminan por delante de su rostro y siguen hacia los lados—. «Parece danzar»—.menos un equis—.suelta después de unos segundos, ambas manos caen dejando incompleta la figuras.

Su rostro se gira con fuerza, con las cejas bajas y rectas terminadas en arrugas en el inicio de su nariz, los mechones revolotean hacia adelante proyectando en curva sujetados por sus orejas y la palma cae sobre la mesa en la fila lejos de mí—cállate, Amanda—.arremete y ella se proyecta hacia atrás, tensando el cuello.

El lápiz se desliza por la hoja utilizada, hasta caer del apoyadero.

Sus ojos empequeñecidos y algo oscurecidos se disparan y el ondeo de sus coletas da la sensación de que algo físico se hubiese proyectado desde estos—.sí, Lady S—.dice separando un poco los dientes como si temiese que el aire se le escapase por la abertura.


FIN SEGUNDO EPISODIO 
MORANA SHOW. 

MORANA SHOW

ESCRITA POR: 
CRISTOPHER LOPEZ 
LS_TOPHER.

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